Testimonio vocacional de un agustino recoleto

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¡Hola! Mi nombre es Rodrigo Madrid, tengo 29 años, soy peruano y religioso agustino recoleto desde hace tres años. Actualmente, vivo en Granada, España, en donde nuestra provincia tiene la casa de formación para los profesos simples.

La historia de mi vocación, como la de todos, es tan larga como mi vida. A algunos les sucede que tienen un momento fuerte de su vida en el que una opción vocacional determinada surge ante ellos con una fuerza casi irresistible. En mi caso, si bien de hecho tuve un tiempo que fue fundamental para mi decisión, orando mi vida pude notar que el Señor había ido sembrando en ella la semilla de la vocación religiosa a lo largo de mis cortos años y que esta había ido creciendo en mí con la misma sencillez y serenidad con la que los campos se llenan de frutos y flores.

En mi vida, siento que el discernimiento de mi vocación se fue dando a partir de pequeños pasos. Desde muy pequeño participé junto con mi familia en una parroquia que era atendida por los frailes agustinos recoletos -por ser una orden mendicante, se nos conoce como frailes, al igual que a los dominicos y a los carmelitas, por ejemplo-.

Conforme fui creciendo, me empezó a llamar bastante la atención el estilo de vida que llevaban los frailes, de vida comunitaria, oración y apostolado, y de hecho que me surgió en algunas ocasiones la pregunta por si esa forma de vida podía ser para mí también. Sin embargo, cuando esto pasaba me decía a mí mismo que, de ser así, llegaría el momento en que me daría cuenta -casi con una certeza absoluta- de que el Señor me llamaba a seguirlo de esa manera.

El último año de colegio, como para la mayoría -si no todos- de chiquillos de mi edad, fue un tiempo de especial cuestionamiento y reflexión sobre mi futuro. Entre las cosas que siempre me han gustado, el lenguaje ocupa un lugar muy especial, por lo que ingresé a la universidad para la carrera de Lingüística.

La universidad fue una época muy bonita de mi vida. Es cierto que me sorprendió encontrarme con tantas personas que tenían historias muy diversas, y que en muchas de ellas no aparecía Dios expresamente en ninguna parte. Para mí era algo natural el percibir cómo Dios iba actuando en mi vida en el día a día, y me di cuenta de que esa no era la realidad de muchísimos jóvenes.

Por otra parte, también es cierto que, en ese contexto, el ver que había algunos chicos y chicas que sí estaban muy involucrados en la pastoral universitaria fue un signo muy esperanzador. Por causa de mis horarios, no pude llegar a participar en el centro de pastoral de la universidad, pero seguí participando en mi parroquia y acompañando al grupo de monaguillos.

Al cabo de un par de años, una posibilidad que flotaba en el aire desde hacía varios años en la parroquia se hizo realidad: a inicios del 2014, los frailes la entregaron a la arquidiócesis, porque hacía falta reforzar otros ministerios y poner por obra el sueño de abrir una nueva comunidad en otra región del Perú donde su presencia era más necesaria en ese momento. Sin embargo, a pesar de que no estaban físicamente en la parroquia, había dos comunidades recoletas muy cercanas, por lo que ni la comunidad parroquial, ni mi familia ni yo nos desligamos de la Orden. Es más, el carisma recoleto siguió muy presente en la parroquia y los sacerdotes diocesanos que llegaron a la comunidad animaron mucho a que no se perdiera eso que era tan nuestro.

Con la presencia de los padres diocesanos en la parroquia pude conocer una manera de ser Iglesia que para mí era desconocida al haber crecido en una parroquia llevada por religiosos, y de hecho que eso me ayudó también más adelante para discernir mi vocación desde una visión más amplia de la realidad eclesial.

Toda la carrera la pasé “vocacionalmente muy tranquilo”, por decirlo de alguna forma. Disfrutaba mucho lo que aprendía, ya había empezado a trabajar y me proyectaba a los pasos que daría una vez acabado el pregrado. No obstante, el último año, quizá por eso propio de los cierres de etapas, fue un tiempo en el que volvió a surgir con fuerza la inquietud por la vida religiosa.

En ese momento, volví la vista sobre mi vida y descubrí que había estado esperando mucho tiempo a que el Señor se me manifestara como a Samuel o a tantos otros personajes de la Biblia, y que me llamara a seguirlo como religioso. Al mismo tiempo, caí en la cuenta de cómo Él se había ido haciendo presente en lo sencillo de cada día: en mi manera de ser y estar con los demás, en esas movidas de corazón que sentía al compartir con algún consagrado, en el cariño que recibía día a día en mi familia, en la tranquilidad que encontraba en la oración… Descubrí que era a partir de eso, a partir de mis fortalezas y de mis fragilidades, que el Señor me invitaba a responderle mi propio “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Conversé de estas inquietudes con un fraile que me había acompañado años atrás, y un tiempo después me encontraba ya haciendo maletas para ir al postulantado, la primera etapa interna de la formación inicial. Han pasado poco más de 7 años desde que empecé esta aventura como agustino recoleto, un poquito más de 3 años como fraile, y cada día me convenzo más de que todo esto es obra de Dios. De otra manera, seguro que no estaría donde estoy. A partir de la riqueza del compartir en comunidad con personas de distintas realidades y en distintas etapas vitales, de la oración personal y comunitaria y del gran aprendizaje y riqueza que me da la poquita labor pastoral que tengo encomendada, puedo conocerme más cada día y profundizar en mi relación con Dios y con los hermanos que Él me ha regalado.

Como bien se suele decir, nadie ama lo que no conoce, así que te animo a acercarte y conocer los distintos carismas que el Espíritu suscita en la Iglesia y las distintas formas en que el seguimiento de Jesús se concreta en ella. Quizá a ti también el Señor te esté llamando a ser hermano de todos los hombres, a ejemplo Suyo, especialmente de quienes no se sienten parte de la gran familia de los hijos de Dios.

Si deseas conocer más sobre quiénes somos los agustinos recoletos o te gustaría conversar sobre la vocación a la vida religiosa desde nuestro carisma, puedes visitar en agustinos recoletos o inquietar agustinos recoletos