Dios siempre sabe más

Testimonios

Sin Autor

Por Lucía Gross Fernández

Partiendo de ahí, todo se hace más fácil.

Basta con realmente creerse esa frase para ser y vivir realmente feliz, porque, por supuesto, en esta vida nada es perfecto, pero yo no imagino la felicidad como la ausencia de problemas, sino la manera en la que los afrontamos y salimos adelante con ellos.

Mil problemas – o problemillas, según con quien lo compares- me surgen a diario, pero saber que no estoy sola y que algo bueno podré sacar de cada situación, es ya un gran paso.

Puede parecer que todo es muy fácil en la teoría, pero que se aleja de la realidad, sobre todo cuando hay situaciones tan complicadas que uno no comprende cómo puede ser eso…pero en eso consiste la Fe! Es una confianza, incluso a veces, a ciegas. Si todos viésemos con claridad o tuviéramos las respuestas para todo, ¿qué mérito tendría Creer?

Muchas veces, tendemos a echarle la culpa a Dios de lo que nos pasa, pero, lo primero es saber que Él no nos manda ningún mal, al revés. Él nos regala una verdadera Libertad, que hace posible la existencia de ese ¨mal¨, y aún así, no nos abandona, nos acompaña en todo momento, para que podamos comprobar que el Bien siempre es posible y más fuerte.

Yo lo tengo claro. Sola no puedo. Le necesito cada día para no venirme abajo y ver las oportunidades que Él me Brinda. Para poder crecer, hacerme más fuerte y abandonar mi ego. Siempre hay momentos -a veces días o semanas- oscuras…algo que no entendemos ni entenderemos nunca pero es ahí cuando más hay que confiar, y QUERER confiar es el primer paso. Mi padre siempre me ha dicho que ¨hay muchas cosas que solo comprenderemos una vez lleguemos al cielo”, pero mientras, hay que confiar en que Él es grandioso, nos quiere y no nos falla nunca.

Me llamo Lucía Gross Fernández, tengo 18 años y acabo de terminar mi primer curso de Medicina en la Universidad de Navarra. Mi vida, como la de cualquier otro joven, no es para nada perfecta, tiene sus subidas y bajadas, pero me considero tremendamente afortunada de tener la vida que tengo, por mi familia, mis amigos, y tantísimas otras cosas por las que dar las gracias.

Y muy en especial doy las Gracias por mi Fe. No soy yo ninguna santa, ni muchísimo menos, ni una persona, para nada, extraordinaria. Pero sí que soy Hija de Dios, y eso, Gracias a Dios y a mis padres y la educación que afortunadamente desde pequeña he recibido y que voluntariamente tras los años de adolescente, he decidido continuar y cuidar; es algo que nunca he tenido vergüenza de mostrar.

Tristemente podría decir que el 85-90% de mis amigos no cree en Dios, y de los que lo hacen, la mayoría ni practican, pero sin embargo, eso nunca me ha impedido o frenado a la hora de hablar de Dios abiertamente, como el Padre en el que confío y al que verdaderamente quiero.

Muchos a veces se ríen, otros ya saben que forma parte de mí e incluso de vez en cuando alguno me sorprende acercándose intrigado. Y son esos momentos los que me sirven como impulso para no dejar de hablar con normalidad de mis creencias, al ver que la Fe no es para nada una llama que se esté apagando, como muchos creen, sino una LUZ que hay que seguir llevando donde vayamos, para que podamos compartirla con los demás, y poder ayudarnos así a llevar las ¨cruces¨ que todos cargamos, transmitiendo la alegría que los cristianos tenemos dentro gracias a que Él nos Da tanto.

Firmemente creo que Dios SIEMPRE sabe más. Él siempre sabe qué es lo mejor para mí, para nosotros. Es por eso que, yo pienso que, más que pedirle ¨x ¨ cosa, deberíamos hacer como Jesús, pedirle siempre que sea Su Voluntad, sabiendo que va a ser lo major…aunque no lo veamos de primeras. Ahí reside y crece nuestra confianza, aunque claramente no es fácil. Yo tengo que trabajarlo a diario y necesito que me ayude mucho.

¨Que quien me mire Te vea, Madre¨, es algo que le digo todos los días a la Virgen, porque ser reflejo suyo me parece la responsabilidad más bonita a la que podemos y hemos de aspirer.