«Un día Jesús llamó a mi puerta». Teresa Guerrero

Testimonios

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Por Teresa Guerrero

Hola, mi nombre es Teresa Guerrero y tengo 15 años. La verdad es que cuando me avisaron para hacer este testimonio me pareció un regalazo aunque sabía que también tenía cierta responsabilidad, ya que aunque mis palabras no sean del otro mundo, a alguien en el mundo quizás le ayuden porque Jesús, si le dejamos, se sirve de nosotros para transformar cosas pequeñas en cosas enormes.

Desde pequeña he ido a un colegio religioso, con monjas y me han educado en la fe. Iba a Misa todos los domingos, cuando me acordaba rezaba por las noches, pero sin pensar en nada más. Se puede decir que mi fe era una fe de “hacer por hacer” de cumplir sin amar, sin poner el corazón en ello, sin dedicarle a Él el centro de mi vida.

Pero una noche Jesús llamó a mi puerta. Caí en un pozo y llena de dolor, me di cuenta después de llorar durante horas, que me había alejado mucho, en mi vida no tenía presente a Dios. Poco a poco intente ir acercándome, pero sentía que al haber hecho cosas mal y haberme olvidado de Él, era la persona más egoísta del mundo. Aquí aún no había conocido la inmensidad del amor de Dios y su infinita misericordia.

Fue en un campamento de la parroquia cuando abrí mi alma a una catequista y me hizo ver que Él me quiere y me necesita tal y como soy, con mis dones y sobre todo con mis limitaciones, Él no me quiere perfecta, me quiere siendo quien soy. Me ha pensado y me ha creado llena de defectos porque me necesita así. Y es aquí cuando entendí que Dios nunca se cansa de perdonar y que a veces somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, o incluso de perdonarnos a nosotros mismos. Por eso, una caída no es señal de derrota, al contrario, es una oportunidad para levantarse y poder tocar el Cielo más de cerca con esa lucha.

Después de esa charla, me fui a rezar. En silencio. Él y yo. Solos. Cara a cara. Mi cuerpo estaba con la piel de gallina, sentí paz, una paz que solo puede venir de Él y volví a encontrarme con su Amor.

Sin duda la oración se convirtió desde ese momento en mi arma más fuerte, pero algo que me ayuda mucho también es la música y ser consciente de que Él se esconde tras los pequeños detalles del día a día; en amigos que te van acercando a Dios, que te enseñan cosas nuevas y con los que disfrutas, en las cruces de cada día, en las alegrías…

En mi día a día encuentro a Dios en todo lo que hago, intento acordarme de Él tratando a los demás como Él lo haría. Aún así, como todo el mundo, siempre voy en montaña rusa, son altibajos, pero eso ya no me preocupa porque me ha enseñado que su Amor es más grande que mis debilidades. Si se ha entregado hasta el extremo por mí, hasta morir en una Cruz, solo y humillado, para salvarme ¿cómo voy a sentirle lejos cuando me caigo?