María: De una vida complicada a Efettá

Testimonios

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Mi relación con Dios.

Mi relación con Dios empezó hace 34 años, el día que mi madre se quedó embarazada.

Como toda relación, ha tenido sus altibajos. En mi caso ha sido una relación en la que Él daba más de lo que recibía (recibía muy poquito de mi) y de esto hasta que no he hecho Effetá no me había dado ni cuenta.

Yo he sido toda la vida, como suelo decir, cristiana por nacimiento. He nacido en una familia católica, con madre practicante y padre no practicante. De pequeña iba los domingos a misa porque tocaba, rezaba por las noches cuando mi madre se sentaba a hacerlo conmigo, el rosario sabía lo que era porque mi abuela lo rezaba cuando nos despertábamos y poca cosa más.

Durante la adolescencia ya las misas no eran obligatorias por lo que dejé de ir, mi madre no se sentaba a rezar conmigo por lo que dejé de hacerlo y mi círculo de amigos estaba más cerca de un bar que de una Iglesia.

Los años fueron pasando y cada vez estaba más lejos de Dios, de mi familia y de mí misma.

Desde los 16 a los 28 mi vida se fue poco a poco a pique. Mi prioridad era salir, pasarlo bien, ser la más divertida y siempre contenta. Me fui poniendo cada vez más máscaras y todas ellas me hicieron caer al final en una depresión bastante fuerte.
Durante esos años he tenido dos momentos en mi vida que Dios me ha pegado un empujón para encarrilarme porque iba dirección a un precipicio. El primero fue cuando decidí irme de Granada a estudiar a Antequera porque mi vida en Granada, en el plan que tenía, se iba a descontrolar y el segundo fue cuando decidí empezar en Madrid en un centro de rehabilitación para ponerle solución a mi vida, porque ya me había descontrolado y habían pasado el alcohol y las drogas a un primer plano.

El 9 de enero de 2017 empezó mi nueva vida. Entré en el centro de 12 pasos y allí te aconsejan tener un Ser Superior en quien apoyarse. En ningún momento pensé en Dios, la verdad. No tenía relación con ÉL, así que no fue mi elección de Ser Superior. Durante un tiempo estuve dándole vueltas y pensando quien podría ser, y durante ese tiempo me venía de vez en cuando a la cabeza María Magdalena…a saber por qué. Pero ya a la cuarta o quinta vez me dio por buscar en Google su oración y ya me quedó claro el porqué la tenía tanto en mi cabeza.

Oración: “Tú que seguiste los pasos del maestro y alabaste su gloria tan cerca, con tu admiración y respeto, y te alejaste de una vida de pecado para encontrar la luz, ilumina mis pasos para que sepa seguir adelante sin caer en las tentaciones del demonio y de la carne. Con tu protección y amparo reciba la energía que me haga superar todos los apuros y el trabajo, la salud y la muerte que necesito para superar estos momentos de angustia. Bendita Santa María Magdalena, no me abandones en mi pena. Amén”.

Imaginaos mi cara cuando la termino de leer. ¿Me la habían escrito a mi? A partir de ahí María Magdalena y mi abuela, que había fallecido al poquito tiempo de entrar en el centro, se convirtieron en mis Seres Superiores y me dieron, cuando más lo necesitaba, una fuerza que hasta hoy me ha acompañado.

En estos 5 años y medio mi relación con Dios empezó a mejorar, rezaba de vez en cuando, iba a misa cuando quería pedir por algo, le daba las gracias por el cambio que estaba teniendo…una relación flojita por mi parte pero en camino de mejora.
Y ya hace un año, gracia a una amiga, estreché lazos con Él y espero no desatarme nunca, porque la sensación de vivir la Fe de esta manera es algo espectacular.

Empecé a confesarme (llevaba 15 años sin hacerlo), a ir todos los domingos y días de precepto a misa, a rezar al menos una vez a la semana el rosario (me lo pongo en spotify en el coche y me acompaña cuando hago trayectos más largos), he ido algunos días a grupos de oración, hablo sin ningún tipo de vergüenza de lo bien que me encuentro con Dios y la relación que tengo con Él y ya el último cambio en mi vida ha sido hacer Effetá.

Para mí Effetá ha sido un camino de retrospección, he vuelto a mi vida pasada y he visto al Señor en un montón de momentos de mi vida que no lo había notado. Me ha recordado al familiar que va a ver a un paciente que está en coma solo por hacerle compañía, por acompañarlo y que no esté solo.

No tengo palabras para agradecer este regalo que me han hecho, el 23 de octubre salió del colegio de los Salesianos de Antequera una persona nueva, sanada y con muchas ganas de seguir con este subidón que da hacer el camino.

Se lo digo a todo el mundo y me lo digo muchas veces a mi misma; Si a mí, hace un año, me dicen que me iba a encontrar así de bien y de feliz únicamente por cuidar mi relación con Dios, siendo ésta una cosa de dos y no solo suya…no me lo hubiese creído. Porque la Fe católica hay que vivirla, sentirla y practicarla, y cuando la cuidas y la proteges tanto da sus frutos, unos frutos que te llenan el alma y el corazón de felicidad, un corazón que tiene en su centro a Dios y que te va a llevar tan lejos como quieras.

María