Gracias a Dios, todo tiene sentido

Experiencias, Testimonios

Hola, me llamo Ana, tengo 57 años, casada, con tres hijos y un nieto.

Mi fe ha ido evolucionando a lo largo de mi vida, como suele pasarnos a todos.

Hoy puedo contar que vivo mi fe desde el profundo  agradecimiento y la confianza en el Señor y la Virgen María.
La humildad fue, sin duda,  la que me acercó a Jesús.  La aprendí a través de la Virgen María, a la que me costó conocer en profundidad.

Me gusta pensar que soy una planta con sus raíces en la tierra (la Iglesia), regada regularmente con agua (la oración), iluminada por el sol (fe), cuidada y velada en la noche por la luna (Virgen María) y abonada por los sacramentos, especialmente el de la Eucaristía y la confesión.  Pienso que el Señor es mi dueño y que cuando aprovecho todo lo que tengo para crecer y dar bonitas flores, Él se pone contento y, cuando ve que he descuidado algunas de estas cosas y se marchitan los frutos o flores, Él se acerca, me consuela y repara con mucho cuidado y amor las heridas provocadas por mis debilidades (pecado) o por plagas (aconteceres de la vida) que están fuera de mi voluntad o control.

Tengo claro que los ingredientes de los que no puede prescindir mi fe son:

Agradecimiento, amor, humildad, confianza y oración.  Hasta que no los he tenido todos no he conocido a Jesús.  Puedo decir que gracias a la fe, todo tiene sentido, el sentido de Dios, el que no me importa no entender porque con humildad y confianza en el Señor,  lo que Él quiera que sea será y lo aceptaré tanto para disfrutarlo y agradecerlo como para aprovecharlo para la santificación y salvación que Dios quiere que alcancemos.

Muchas gracias por la oportunidad de compartirlo.

Dios os bendiga.

Ana González-Ruano Campos