De mis 51 años en esta tierra, llevo 45 años rodando. Se dice fácil, se cuenta fácil; pero no es nada fácil.
que escribí hace unos días:
«Llevo 45 años en silla de ruedas y ya no aguanto sentada el día entero. ¿Sabéis qué? Que si mi marido y mis hijos están bien, yo estoy estupenda. Me levanto, desayuno, cocino y me acuesto, como con ellos, salgo con ellos, disfruto de ellos y me acuesto. Día a día, momento a momento. Lo que toca vivir se vive con alegría y buen humor. Y ya está. Dios proveerá
#LoQueTocaTocaYConAlegría
#EstoTambiénEsLaVida»
Y esto es lo que realmente creo e intento vivir. También os digo que si mañana me pusiera a andar sería infinitamente feliz y me cuesta mucho entender a todos aquellos que te dicen !Vive el momento!¡ Todo es bonito si lo miras con buenos ojos !¡Tú puedes! ¡Anímate!
Pues mira,no se puede todo. No es verdad. Pero la esperanza en Dios, en su Providencia, puede mucho más que toda nuestra fuerza bruta para superarnos. Y tampoco este capítulo es fácil. Creer que Dios puede ayudarte a superar las dificultades sólo se consigue por medio de la fe y ésta, es un regalo de Dios que hay que pedir. Y se le pide como se pide todo a un padre: con insistencia sabiendo que te lo va a dar tarde o temprano porque te quiere.
Ahí es nada. Pero es lo que nos hace felices en la tierra. No conozco otra forma de conseguirlo. Y si esto lo trascendemos, lo elevamos y miramos a los demás con los ojos de Cristo, intentando hacer por ellos lo que Él haría en nuestro caso, entonces ¿Qué más da una silla de ruedas o cualquier otra cosa si es el amor lo que la empuja.