Cherchez la Paix et pursouis-la

Experiencias, Testimonios

Desde 1958, fecha de la primera edición, cientos de militares son fieles a una gran cita internacional, única en el mundo, que tiene lugar en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes y que este año lleva por lema ‘‘Cherche la Paix et poursuis-la’’ (busca la paz y persíguela). Del 17 al 19 de mayo se congregaron cerca de quince mil militares de al menos 40 países para celebrar la 61ª Peregrinación Militar Internacional, entre los cuales se encontraban unos 500 militares españoles. La delegación española, encabezada por el Arzobispo Castrense Monseñor Juan del Río, estaba formada por militares de los tres ejércitos y de los cuerpos comunes, junto con una numerosa representación de la Guardia Civil, coincidiendo con el 175º aniversario de la fundación del benemérito instituto, además de familiares y autoridades.

De camino a Lourdes, los peregrinos se detuvieron en Zaragoza, donde realizaron una ofrenda a la Virgen del Pilar. De esta forma, comenzaba una peregrinación de jóvenes militares cargados de la ilusión que siempre supone visitar el Santuario de Lourdes, pero también con incertidumbre para aquellos que participaban por primera vez en esta peregrinación o que visitaban por primera vez este lugar sagrado. Al llegar a la ciudad francesa, pudimos comprobar la gran repercusión que tiene la peregrinación y que este sería un fin de semana especial. Poco más tarde, comenzaría el ritmo frenético de actividades, Eucaristías, Vía Crucis, oraciones y actos de connotación tanto militar como religiosa. En todo momento, resultaba muy gratificante encontrarse rodeado de tanta gente que comparte tu misma profesión y a la vez tus mismos sentimientos cristianos, pero sobre todo, con unas ganas inmensas de reivindicarlo sin temor alguno.

Ya entrada la tarde del viernes, llegó uno de los momentos más esperados por la mayoría de nosotros, el encuentro con los enfermos alojados en la residencia de Lourdes. Ante esta actividad se adueñaba de nosotros un cierto nerviosismo por el previsible impacto por lo que nos encontraríamos y la duda razonable de cómo reaccionaríamos ante ello. Pues bien, nada más entrar en el comedor, mientras cenaban, sus caras eran el fiel reflejo de la emoción que sentían en ese momento al ver tantos jóvenes con sus respectivos uniformes. Pasar un rato con ellos nos permitió comprobar lo sencillo que resulta hacerles disfrutar, brindarle un momento especial que se salga de su rutina, y sin embargo lo difícil que es a veces para nosotros sacar media hora a la semana para ello. Posteriormente, disfrutamos de una competición deportiva con ellos y con los ejércitos del resto de países, donde España quedó en tercer lugar, pero donde ellos fueron los verdaderos protagonistas. Sin duda uno de los mejores momentos del fin de semana.

El sábado, tuvo lugar la misa española en la gruta, oficiada por el Señor Arzobispo Castrense y acompañada por un fabuloso coro compuesto por miembros de la Guardia Civil. Tras la finalización, disfrutamos de un momento especialmente mágico al cantar todos los componentes de nuestra delegación y el resto de españoles que asistieron a la Eucaristía la Salve Rociera. Esa misma noche, tuvo lugar otro de los acontecimientos más significativos de la peregrinación, la celebración del vía crucis que recorría las calles del Santuario. A la cabeza, representantes de diferentes países portaban al hombro la cruz característica de esta peregrinación, seguidos de miles de fieles con pequeñas velas. Al llegar a la explanada principal del santuario, se comenzó a rezar el Santo Rosario bajo la incesante lluvia. A pesar de ello, nadie se movió de allí hasta que no finalizó, y la cantidad de gente era tal, que no podíamos ver donde se encontraba el fin de la multitud. Sin duda fue un momento muy emotivo.

Por último, llegó el momento de adentrarse en el Santuario solo o con algún amigo. Definitivamente, esta es una de las mejores cosas que tiene Lourdes, un lugar perfecto para meditar y reflexionar, y así volver a casa totalmente recargado espiritualmente. Que mejor forma para ello que una visita a la gruta por la noche, cuando prácticamente solo se contempla a la Virgen iluminada en la parte superior derecha, y pasar un buen rato rezando, meditando o simplemente hablando con Ella.

El encuentro es para todos, para militares de diferentes confesiones, incluso para no creyentes pero que se sienten llamados a ser constructores de esa paz en un mundo lleno de tensiones. La PMI es eso, un momento de encuentro, reconciliación, convivencia, diálogo y oración por la paz de los militares, a los que el Papa San Juan Pablo II llamó “centinelas de la paz”, porque como decía Pedro Calderón de la Barca, la milicia no es más que una religión de hombres honrados.

Gregorio Sabariego García, Alférez del Ejército de Tierra.