La Fe marca la di(Fe)rencia. Cristina Losada

Experiencias, Testimonios

Soy estudiante universitaria con un futuro incierto por delante, como el que les espera a muchos jóvenes hoy en día. Y como ellos, me surgen muchas dudas: ¿he escogido bien la carrera? ¿En qué quiero trabajar? ¿Dónde me gustaría estar? ¿Encontraré el amor? ¿Estoy aprovechando bien mi tiempo? ¿Soy feliz?

Pues todas estas complicadas preguntas se resuelven de forma muy sencilla: teniendo FE.

Sin embargo, esta respuesta típica de catequista es demasiado ambigua (quizá por eso sea tan típica). Para empezar, ¿qué es la FE?

Desde el punto de vista teórico, la FE es la plena y absoluta confianza en Dios. Desde mi punto de vista, es lo mismo, pero traducido en forma de metáfora: la FE es saltar desde el acantilado, confiando en que las manos del Padre estén debajo para cogerte, abrazarte y mecerte. Que sus manos no dejarán que te despeñes. La FE se basa en la confianza; confianza en que el camino que Dios ha dispuesto para mí es el más adecuado, el que verdaderamente va a llenarme; confianza en que todas las respuestas a mis preguntas llegarán, a su debido momento, pero llegarán; confianza en que todo ocurre por algo, pero no todo tiene explicación.

Pero llegados a este punto, la pregunta que surge es ¿y cómo hago para confiar en Dios? ¿Cómo vivo la FE en mi día a día?

Esta es de mis preguntas favoritas: tiene muchas respuestas posibles y ninguna de ellas resta. La confianza se hace fuerte en la oración y hay muchas formas de orar: a través de los podcasts de las distintas apps, rezando el Evangelio o el Rosario a diario, yendo a misa… Sin embargo, la importancia no depende del método que uses, sino de que verdaderamente lo uses. Es decir, debes dedicar tiempo a rezar. ¿Por qué siempre tenemos tiempo para quedar con nuestros amigos y en cambio con Jesús nunca quedamos? Porque justamente eso es rezar: quedar con Jesús. Usar una parte de tu valioso tiempo para hablar con Él, dejarle hablar, sentirle, escucharle, reflexionar (el método a elegir queda a expensas del cliente).

Tenemos que perder el tiempo con Dios para ganar en (FE)licidad, pues al igual que sucede con la relación entre amig@s, esta se hace más FuErte, más plena cuanto más quedan, más se cuentan, más confían.

Ya ves que todo está relacionado, la FE marca la di(FE)rencia.

PD: Muchas veces lo que más daño nos hace es querer resolver todo a nuestra manera, en base a nuestros conocimientos. Pero eso nos hace ser como el paciente que acude al médico para que le cure, pero le dice el modo de hacerlo. Si confías en el/la médic@ que te atiende en la consulta, ¿cuánto más has de confiar en El Doctor que te ha dado la vida?

Cristina Losada