Me llamo Víctor Javier Carrillo Vázquez, tengo 24 años y pertenezco al camino neocatecumenal donde vivo mi fe en una comunidad en Jaén.
Recientemente he tenido el regalo de Dios de poder asistir una vez más a la jornada mundial de la juventud con el Papa Francisco. Este año ha sido en Panamá. He ido con un grupo de unos 50 peregrinos en su mayoría de Córdoba. La experiencia ha sido extraordinaria ya que hemos podido experimentar la providencia de Dios y su amor manifestado en las familias que nos han ido acogiendo a lo largo de la peregrinación,ya que nosotros empezamos nuestra peregrinación pasando unos días en Managua, Capital de Nicaragua donde familias de las comunidades neocatecumenales de allí nos han acogido en sus casas y nos han tratado como si del mismo Jesucristo se tratase al que hospedaban.
Durante esos primeros días tuvimos cada jornada nuestra oración de laudes todos juntos y cada día dos o tres hermanos de nuestro bus y de los de Nicaragua dábamos nuestra experiencia de Dios a lo largo de nuestra vida. Viendo los muchos milagros y gracias que el Señor ha derramado sobre nosotros hasta llevarnos a este viaje que no era un simple viaje sino un encuentro con el Señor para alumbrar la vocación a la que estábamos llamados como cristianos cada uno de nosotros. Unos como presbíteros, otros como misioneros, otras a la vida contemplativa orando por el mundo, a formar familias cristianas para esta generación etc. En definitiva a ser cristianos y a ser sal, luz y fermento como Cristo nos llama a ser en el Evangelio.
Estos días en Nicaragua además han estado llenos de momentos de convivencia con los hermanos y hermanas de allí que nos han llevado a ver ciudades preciosas en las que hemos visto desde espectaculares paisajes, volcanes, espectáculos hasta Catedrales e Iglesias del período de la colonización y lo más importante que al menos yo he podido ver allí es la fe con la que el pueblo nicaragüense afronta las dificultades políticas que están sufriendo estos últimos tiempos que no les impiden ver el amor de Dios en sus vidas y no perder el sentido de que la Cruz que están pasando no es un castigo si no una herramienta para aprender a llevar los padecimientos como Cristo y de la misma forma alcanzar la Gloria como Él.
Después de varios días allí, compartiendo su cultura, su historia, su gastronomía y su fe, partimos hacia Panamá en bus, cruzando todo centro América, haciendo una noche de descanso acogidos una vez más en casa de hermanos del camino de Costa Rica que a pesar de su situación muy humilde nos acogieron con una eucaristía muy alegre y después en sus casas nos dieron lo mejor que tenían y lo mejor de ellos, y una vez más nos mostraron el amor que Dios nos tenía a nosotros y a ellos y por ese amor que ellos habían recibido de Dios de igual manera nos lo daban a nosotros sabiendo que íbamos de parte del Señor a ver al santo padre. Al día siguiente de Costa Rica seguimos nuestro camino hacia Panamá y allí a pesar del calor húmedo pudimos disfrutar de varios días de alojamiento en un hotel. Durante dos o tres días seguimos nuestros rezos de laudes y vísperas cada día, con cánticos de los salmos y experiencias de Dios de los hermanos y hermanas de España y Nicaragua, además de las palabras de parte del Señor que nos han ido dando los dos presbíteros que han ido en nuestro bus.
Llegado el día anterior a la eucaristía con el Papa Francisco nos dirigimos al lugar del encuentro por la tarde y allí disfrutamos de la Vigilia en la que el Papa nos animó a seguir adelante en la vida detrás de Jesús y a ser valientes discípulos suyos. A la mañana siguiente Después de una noche de poco sueño pero gran alegría tuvimos la eucaristía con el Santo Padre en la que pudimos ser conscientes de la universalidad de la iglesia y de la unión de todos los cristianos del mundo, en particular de los jóvenes que nos reuníamos allí para manifestar nuestro deseo de ser cristianos y de nadar a contracorriente en este mundo que pretende quitarnos la esperanza y la alegría del Evangelio. El Papa nos animó a no dejar para mañana lo que podamos hacer hoy, a no tener miedo a hacer la voluntad de Dios en nuestra vida concreta, a ser herramientas del amor que Dios quiere dar al Mundo a través de nosotros y a decir como la Santa Virgen María. «hágase en mi según tu palabra».
Al día siguiente tuvimos el encuentro con el iniciador del camino neocatecumenal Kiko arguello y el padre Mario Pezzi y María Ascensión que forman el equipo de responsables del Camino Neocatecumenal a nivel mundial. En este encuentro que principalmente es un encuentro vocacional nos juntamos hermanos del camino de todo el mundo y escuchamos la predicación y el anuncio del Kerygma, la buena noticia en la que se centra el cristianismo, es decir que Dios nos ama tanto que se ha hecho hombre en la persona de su hijo Jesucristo y se ha dejado matar por nuestro pecado sabiendo que no nos podemos salvar por nuestras fuerzas humanas sino por el amor hasta dar la vida por nosotros y que en este amor tenemos vida eterna. Y no sólo eso sino que Dios nos ama tal y como somos, no nos exige que seamos perfectos, simplemente que nos acojamos a Él y que aceptemos esa buena noticia, que tenemos vida eterna y vida abundante y que esa vida podemos empezarla desde ahora. Aprendiendo a vivir en la voluntad de Dios que es donde radica la verdadera felicidad. Al final del encuentro se hizo un llamado vocacional en el que 650 chicas, 700 chicos y 600 familias se pusieron en pie y se dirigieron al escenario donde el cardenal de Panamá les dio la bendición para que todos ellos puedan confirmar la llamada a la vida consagrada o a la evangelización a la que se habían sentido llamados en ese momento. Con la alegría de estos encuentros nos volvimos hacia Nicaragua haciendo parada una vez más en costa rica y tras una gran fiesta de despedida con los hermanos de Nicaragua nos dispusimos a volver a España y una vez aquí compartir nuestra alegría y continuar nuestra vida cristiana cada día aprendiendo a recibir del señor con fe y tranquilidad lo que cada día tenga previsto para nosotros y viviendo el día a día confiando en que nuestra propia vida no es más que una peregrinación algo más larga en la que el destino final es el paraíso, la vida eterna en la Compañía de Dios. De su hijo Jesucristo, de nuestra madre la Virgen María y de todos los Santos y en la alegría que no puede ni si quiera imaginarse por mente humana que nos espera para toda la eternidad.
Sin duda alguna si es la voluntad de Dios iré a Portugal a la próxima JMJ y animo a todos los que leáis esto a que vayáis.
Víctor Carrillo Vázquez