Aún me falta descubrir mucho de Él.

Experiencias, Testimonios

No sé si es algo o alguien. Aun me falta descubrir mucho de él. Tengo mis incertidumbres, como cualquiera. Pero, sin embargo, a pesar de las dudas que aún sigo sin desvelar, y que me acompañan desde que empecé a ser consciente de ello, sé que está ahí. Dios. Creo que no lo podría definir como un algo, como un alguien sino como una razón de vida. Aunque, por suerte o por desgracia no crecí con él desde pequeño-mi familia no és creyente, y no por ello no dejará de ser la mejor que me ha podido tocar-he podido ir poco a poco allanando mi camino, a despejar ese mar de dudas en el que aún me baño. Muchas de las respuestas que intento buscar en mi día a día conducen a una misma respuesta (quizás debido a mi propia intención). Esa respuesta es Dios, que por lo que he podido ir viendo a lo largo de estos años, se encuentra dentro de mi, aunque sea una mínima parte de él, pero sobretodo en los demás y en mi día a día. No se realmente si considerarlo como una fuerza sobrenatural, un alguien o un algo (que me perdonen los expertos en teologia), pero sé que hay algo, de lo que depende mi día a día, algo que me da fuerzas, algo que me acompaña en la soledad, y sobretodo algo que está ahí, en los buenos y malos momentos, y del que nacen mis experiencias vitales, y sobretodo algo que se ve en los demás que me rodean. Y no me refiero a Dios como “algo” con menosprecio. Con los años me doy cuenta y voy siendo consciente de que todo lo que me rodea es fruto de Él, de su poder, que aún no he podido descubrir del todo. Esta teoría, sin embargo, esconde cierta hipocresía. Se puede pensar que creo así porque ciertas personas me lo han inculcado. Puede ser. He tenido la suerte de estar rodeado de gente magnífica que comparte este ideal, y no sólo eso, sino que me ha hecho ver realmente lo que ahora pienso. Puede sonar a falacia o a un simple engaño.

No lo veo, pero se que hay algo ahí que me acompaña, no lo oigo, pero se que me escucha y me responde. No lo he visto nunca, ni creo que lo vaya a ver, pero sin embargo lo he visto reflejado en muchos espejos. He leído y he oído sobre Él, pero ni siquiera tengo convicciones seguras.

Misticismos a parte (el ideal cristiano se esconde en la eucaristía, sacramentos… ciertas leyes teoricas), la fe se ha convertido en un ideal de vida para mi. La primera vez que fui a Misa fue con la escuela a los 12 años. Lo reconozco, sabía los mandamientos, y alguna oración de cabeza, para aprovar los exámenes, pero no sabia que hacía ahí. Empecé a ir a la eucaristía de los domingos hace menos de un año. No lo escondo, ni realmente me arrepiento de ello (es pecado, sí, pero no creo que sea uno de los que tenga que confesar). Mi familia, repito la mejor que podía tener, y no pongo ningún pero, no me enseñó la valía de esto desde pequeño, y no creo que sea algo de lo que arrepentirse.

Al contrario, creo que puedo sentirme orgulloso de la libertad que he tenido por coger un camino, descubriendolo por mi mismo- si hubiera sido por mis padres ahora no estaría escribiendo esto, ni tendría tantos motivos para dudar como los tengo ahora- orgulloso y agradecido. Por eso, no me gusta juzgar nunca a la gente por sus creencias, sino lo que muestran de esas en su manera de actuar. Quizás seré directo, pero prefiero mil veces a alguien sin fe con corazón, que alguien con fe y con poco corazón. Alguien puede tener asumidas las verdades cristianas (o de otra religión) desde pequeño, algo de lo que no presumo ni ahora, pero no aplicarlas. Si, es reconfortante ir a misa, y tal como dijo Nietzsche, “no entiendo a los cristianos que no van a misa”, pero, quizás me alejo de lo que dicen las leyes, creo que deberíamos medir a la gente por sus actos. Si, voy a misa, rezo y ya… ¿Algo más? Al no haber vivido la fe desde pequeño, reitero que no me arrepiento por nada del mundo, creo que la oración y sacramentos no son tan importantes realmentes (obviamente son pilares fundamentales del catolicismo y se han de vivir), es más importante el ideal, la manera de actuar, en fin, reflejar el espíritu cristiano hacia los demás, esos valores, que huyendo o sin huir del misticismo que comportan, tienen que estar si o si en la vida cristiana.

No conozco del todo a aquello que llamamos Dios quizás ciegamente, pero se que lo es, y que es mi razón de vida, y quiero conocerlo más, a través de mi mismo, mediante la oración, mis dudas, que no son malas, sino un privilegio. No seríamos humanos si no dudaramos, de todo. Y yo he dudado siempre. Y ahora lo hago, con Dios y muchas otras cosas.

Y yo dudo también de Dios. Porque realmente tengo una fe ciega en el, me recomforto, pero no sé porqué, como ni que, es en lo que realmente tengo fe. Sin embargo, muchas de mis dudas se las consulto a Él (no a mi almohada), y aunque realmente no lo oiga se que me responde, con lo que me sucede en mi día a día,con lo que sucede y veo,en mi vida y en las personas.

Hablo de Dios, pero con mucha ignorancia. Algo más allá, algo poderoso, algo, alguien, eso o Él. Realmente no sé cómo calificarle,ni tampoco me han dicho como lo debo hacer. Simplemente como Dios. Me paro a pensar, y todo, llega a un mismo punto, un encaje de todo lo que pasa. De un futuro. De las personas. De mi vida. Conclusiones que a veces parecen remotas o caóticas, que no tienen sentido, pero que a la vez solo queda aferrarse a ellas, porque son lo más lógico que existe dentro de lo ilógico.

Fe. Supongo que es como llamamos a eso. Fe en que cada día tenga un sentido, fe en que seamos para siempre, fe en que todo pasa por una razón. Fe en ser mejores día a día según unos principios.

Esa fe, supongo que va obliagdamente ligada a la doctrina como tal. Pero no veo la fe (en mi caso cristiana, que he encontrado, sin nacer con ella) como unas reglas, ir a misa, confesarse, que también. Sino un modo de vida. Ayuda, sonreír siempre. En fin valores. Que todo humano predica, pero se quiera o no, se les debe dar una explicación.

Dudas, dudas y más dudas. Mis dudas. ¿Creo? ¿En que? No lo sé. Pero sé que debo creer. ¿Porqué? ¿Cómo? ¿Donde? Miles de dudas, de errores que cada vez más sé a donde conducen.

Oscar Llena.