Dispuesto a escribir sobre mi experiencia en Mangola, tengo que elegir y abreviar, algo muy difícil de hacer. Porque se viven las experiencias gratificantes suficientes para escribir un libro.
Estamos en la misión que llevan dos sacerdotes espiritanos, un cordobés (Pepe) y un toledano (Miguel Ángel). Pepe, que es el que más lleva, ha cumplido 44 años en África y 25 en esta misión. Tienen montado aquí un hospital que es el único en todo el valle de Mangola, un colegio de primaria, otro de secundaria con más de 500 niñas, una guardería, un gripo
Atienden una locura de pueblos, y escuchándoles te das cuenta de cómo han dado todo por el Evangelio. Hasta que se bautizó la primera persona pasaron 5 años. Ahora, en los 10 días que llevamos aquí habrán bautizado a unas 25 personas, entre niños, adultos y ancianos.
Nosotros ayudamos en estas labores. Pero cuando vas a ayudar, te preguntas quién es el que ayuda a quien. La sonrisa y la alegría de los niños, la sencillez de trato con la gente en medio de la pobreza (en ocasiones extrema), son cosas que te hacen preguntarte por las complicaciones del mundo occidental en el que vivimos y de los problemas que nos hacemos que aquí puede llegar a ser una bendición.
Aquí hay gente (la mayoría) que come una vez al día, que trabajan durante unas doce horas por unos dos euros. Aún así, nunca te encontrarás a más de una persona esporádica que te mire sin ponerte una sonrisa.
Otra realidad, donde hay mucha pobreza exterior y mucha riqueza interior.
Me queda la mitad de mi experiencia aquí. Como he dicho al principio, es imposible resumir todo lo vivido.
Muchísimas gracias a todos los que habéis colaborado!