Hoy os escribo desde el Santuario de Lourdes. He de confesar que soy un enamorado de este lugar al que cada vez que vengo salgo con una fe renovada y unas ganas tremendas de conocer y tratar más al Señor para llevarlo a los demás. Además, de igual forma, es rara la vez que he venido aquí y no me he ido después de que la Virgen obrara algún milagrito en mi.
Esto que ocurre en Lourdes pasa en mil sitios más, ya sea en otros santuarios, en el Camino de Santiago, viviendo una Semana Santa en Roma con el Papa o viajando a Tierra Santa. También nos ha ocurrido en la JMJ o cuando nos vamos de retiro. En resumen, esto pasa siempre que uno le dedica unos días solo y en exclusiva al Señor con las ganas e intención de dejarse tocar por Él.
Hay un peligro en este planteamiento, y es el de dejarse llevar por las emociones y sentimientos. Esto es, acabar enganchados al Señor, a la Virgen y a la fe solo cuando estoy en un determinado clima o ambiente, o solo cuando «siento» algo en mi interior. Pero si somos conscientes de que no hay que caer en este error y de que lo extraordinario sólo debe ser un empujón dentro de la vida normal de cada uno, problema resuelto.
En una ocasión aproveché para confesarme aquí (vaya, en verdad lo hago siempre que vengo porque los sacerdotes aquí «tocan» de verdad), y le comenté al cura que me daba miedo salir de aquí y que los propósitos y buenas intenciones se apagaran unos días después. Él, muy sabiamente, me dijo que no me preocupara porque aquí ocurría como cuando dos enamorados o amigos cogen un fin de semana y lo disfrutan juntos. Luego, el lunes, la rutina vuelve: estudios, trabajo, familia, el perro, la abuela….pero ese finde de crecimiento en amor y conocimiento sigue dentro.
Por esto yo también os animo a que, siempre que podáis o necesitéis ese empujón, os escapéis para estar a solas con el Señor haciendo algo distinto a lo habitual, que debe ser el trato continuado en la oración y sacramentos. Estas olas de amor, de dedicación exclusiva a Él, ya os garantizo que surten efecto y que transforman.