El otro día termine de leer el libro del Cardenal Muller, Informe sobre la Esperanza, en el que -en un momento del libro- dice que nos hemos resignado a vivir sólo para el bienestar. Dando vueltas a las frases del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe me ocurrió un breve suceso que me sucedió ayer y que quería compartir con vosotros para que viéramos que, aún participando de las palabras del Cardenal, siguen viviendo entre nosotros, hombres y mujeres, con madera de santos.
Estaba ayer en la Capellanía del Colegio y un sacerdote mayor vino a verme. Este sacerdote vive exclusivamente de la pensión que recibe, unos 600€, no pasa hambre pero no tiene ningún capricho. El sabía, porque se lo había comentado, que necesitaba dinero para una labor social que he promovido. Y entonces me dijo te iba a dar 50€ para lo que me pediste pero he conseguido 50€ y aquí tienes los 100€ para que recen por mi.
Pensé, ¿habría hecho yo lo mismo?, y es que es verdad que los santos no son de madera pero hay quienes tienen madera de santos.