Lo primero para no aburrirse en la Santa Misa es situarse. Para eso es muy útil darse cuenta del lugar al que se acude, y este es un lugar peculiar. La Iglesia, la parroquia, la capilla, etc., tienen, como cuando uno va al cine, al teatro o, no digamos, a la pescadería, olores y sabores que nos hablan de la particularidad del lugar.
Es decir, el lugar de la celebración huele, como dicen los anglicanos, a católico. Su ambientación: luces, sonido, ornamentos, decoración, olor nos sitúan en el lugar perfecto para comprender que, no sólo, estamos en un lugar católico sino que además es Sagrado donde se hospeda el Señor y donde, como sabemos, Moises se arrodilla porque estaba ante la Presencia de Dios. Es el lugar donde lo que tiene sentido es adorar.
Como ninguno de nosotros no iría nunca a una pescaderia a ponerse de rodillas delante de una lubina que se encuentra en el mostrador, tampoco tiene sentido que nosotros acudamos al templo a charlar con los amigos. Cada sitio tiene su finalidad y la finalidad de la Iglesia es ir a rezar.
Desde el comienzo la grandeza del lugar ha sido percibida por el pueblo cristiano, y no hay población, por muy pequeña que sea, que no tenga su templo de dónde los hombres acuden a rezar. El templo es para la comunidad no un edificio cualquiera sino que es el edificio donde se reúnen para adorar, pedir, suplicar y rezar por todas sus intenciones.
Iglesia, parroquia, oratorio o la misma calle cuando allí se celebra la Eucaristía se siente que se está en un lugar distinto al ordinario porque es un lugar pensado para Dios donde rezuma lo que ya otros han vivido antes: la celebración de la Eucaristía.
Para empezar a explicar la Misa empiezo explicando esto. Una vez que ya sabemos donde estamos y como debemos estar, vamos a empezar a hablar de lo que allí hacemos, como lo debemos hacer y sus motivos en sucesivos post. ¡Continuará!