De jugador de rugby a sacerdote, ahora se enfrenta al Parkinson con 39 años

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El padre Ignacio Palma, argentino, creció en una familia de 9 hermanos. Sus padres eran del Opus Dei. Estudió en el colegio Cardenal Newman donde jugó al rugby convirtiéndose en su gran pasión. Además su padre le inculcó la afición a la escalada.

“La idea de ser cura surgió de muy chico. Me acuerdo que tenía ocho años, estaba jugando con una chica en la playa y, cosas de las edad, mis hermanos me molestaban con que tenía una novia. Y mi respuesta era: ‘No, voy a ser cura’”, ha narrado a La Nación y agregó: “Eso que empezó como una broma, se convirtió en una inquietud y luego, se hizo realidad”.

Lo que le atrajo del Opus Dei fue que «promueve buscar a Dios a través de la vida ordinaria, el estudio y el trabajo. No tenés la necesidad de retirarte a un convento ni de hacerte monje. Podía seguir adelante con todo lo que me gustaba, el deporte, las amistades, el estudio, el trabajo, la vida misma”. Ahí encontraría su vocación.

A los 26 años ingresó en el Seminario Internacional de Roma. Desde hace unos años es sacerdote, capellán de un colegio. “Por ahí la gente ve a los sacerdotes como alguien especial y no es así. Porque en realidad, Dios no te llamó por crack, te llamó porque formás parte del equipo y tenés una función que cumplir, como en cualquier equipo de rugby”.

«A los 39 años recibí el diagnóstico de Parkinson: “La noticia fue dura, pero uno se da cuenta que lo tiene que hacer es adaptarse y aceptarlo, porque es una enfermedad crónica, neurodegenerativa e incurable”. Acepté lo que tenía. Me hizo valorar muchas cosas que antes no valoraba. Ahora estoy feliz porque puedo seguir trabajando, compartiendo momentos con mis seres queridos y puedo caminar”. “Me ayudó a ser mucho más simpático, a generar empatía y me hizo más cercano a la gente que sufre, que padece dolores.

Fuente: La Nación