¿Has oído hablar de la teoría de la ventana rota?
Dice que un entorno que está descuidado y desordenado (por ejemplo por una ventana rota) envía el mensaje de que ese lugar no importa y fomenta que haya más destrozos y vandalismo. Por eso hay que arreglar pronto el deterioro para poner de nuevo orden y cuidado.
Podemos aplicar esto al matrimonio 👇🏻
Quien es de fiar en las cosas pequeñas lo será también en las grandes. Los actos sencillos de amor son fundamentales para construir cualquier relación. Cada gesto descuidado, cada palabra hiriente, cada promesa no cumplida o cada desprecio frío tienen consecuencias de deterioro. Son una ventana rota en la casa del amor del matrimonio.
Esas ventanas necesitan ser reparadas rápidamente. De lo contrario el mensaje que recibe el otro es el de que la relación que un día comenzaron con mucha ilusión y alegría ya no importa tanto. Las ventanas rotas llaman además a la escalada de los daños. Las crisis matrimoniales no empiezan de golpe sino que de la ventana rota se pasa a la puerta, la fachada, el tejado, los cimientos… hasta que la casa se cae.
El abandono de los detalles más pequeños que necesitan reparación abre la puerta al desgaste. Se empieza a abrir una brecha de distancia e indiferencia entre los esposos.
Hay matrimonios que se rompen y en apariencia no hay nada grave. ¿Qué ha pasado? Puede ser que que haya mucha acumulación de ventanas rotas. Nunca hubo grandes problemas pero tampoco nunca cuidaron los detalles de amor o se pidieron perdón.
Al contrario, reparar rápidamente las pequeñas ventanas hace que la casa luzca bonita. Hablar de lo que ha molestado sin que sea una batalla de echar en cara las cosas y pedirse perdón sin dejar pasar demasiado tiempo son cosas sencillas que hacen esa reparación.
No se trata de evitar conflictos sino de que los conflictos no se acumulen como escombros en el matrimonio. Es normal que los problemas lleven a que los esposos se dividan. En una buena comunicación está la clave para reparar prácticamente todos esos problemas. Se trata de hablar no para ver quién gana y queda por encima sino hacerlo de manera que el otro entienda lo que se lleva en el corazón que hace obrar así. Y estar dispuesto a escuchar al otro y lo que el otro lleva en el alma.
Reparar bien las ventanas hace que los esposos se quieran de manera más madura. El cuidado diario genera un ambiente donde la confianza florece y la unión en el amor se hace más fuerte. Cosas tan pequeñas como tener un detalle inesperado, enviar un mensaje bonito sin motivo aparente, una buena palabra al levantarse o antes de dormir mantienen la casa limpia y cuidada.
Es un error creer que el amor se conserva solo, pensar que por inercia nada se va a romper. No hay que ser ilusos.
Tampoco hay que asustarse de las grietas que salgan. El matrimonio fuerte no es el que nunca tiene ventanas rotas sino el que sabe repararlas rápido, con humildad y ternura. No pasa nada, simplemente hay que actuar. La dejadez es lo que es fatal.
Amar es custodiar el corazón y la vida de la otra persona. Ello significa atender a cada detalle por pequeño que parezca. El amor se construye. No vive de emociones sino de decisiones: escuchar, perdonar, sostener y la más importante, elegir cada día al otro.
Amar es dejar de dedicarte todo el día a tu “yo” para tener la prioridad de trabajar juntos por el “nosotros”. Si la prioridad de ambos es por encima de todo el bien de la otra persona la casa se mantiene bonita. Y como la perfección aquí no podemos conseguirla, no olvides que somos limitados y que muchas veces en el matrimonio no llegaréis a quereros a la manera que ambos necesitáis.
Por eso hay una clave que es rezar juntos cada día. A veces no es que la otra persona no quiera quererte sino que no puede bien o no sabe cómo hacerlo. A ti te pasará igual.
Tenemos un Dios que es el único que puede llenar nuestras imperfecciones con su amor. El es quien puede hacer que las ventanas luzcan perfectas cuando nosotros ponemos todo de nuestra parte para repararlas.
La paz.
P. Francisco Javier Bronchalo