Hemos empezado el tiempo de cuaresma y a veces da la sensación de que todo se nubla y hay tristeza
Otra vez tiempo de penitencia, de sacrificios, de ayunar, de música más melancólica… Parece incluso que nos volvemos competitivos con nosotros mismos y con los demás. “El año pasado hice ayuno más días de los que manda la iglesia, Jesús tiene que estar feliz conmigo”. “Qué buena estoy siendo esta cuaresma, estoy rezando todos los días” y así escuchamos muchos comentarios estos días.
Me hace preguntarme, ¿Cuál es el fin de todo esto? O incluso, ¿por qué lo hago, por Ti o por mí?
¿Lo hago por sentirme mejor conmigo misma, y aumentar mi ego y mi autoestima? O ¿de verdad hay algo, un sentido a esto?
Para mí hacer oración, ayuno y limosna estos días es mi símbolo de gratitud hacia ti Jesús. La época del año en la que TODA mi fe cobra un sentido Mi manera de agradecerte mi redención, mi liberación y tu AMOR.
La cuaresma es un tiempo para mí en el que los papeles se tornan un poco. Es el momento en el que tú me pides ayuda a mí para cargar con mi cruz y seguirte en estos días. Es la oportunidad que tengo de con mi pequeñez devolverte el favor.
No es el momento de volverme yo más buena, es el momento de que mi bondad te ayude. De que mis esfuerzos diarios sean una espina menos de tu corona o incluso una astilla menos de tu cruz.
Que mi limosna de sonrisas en el trabajo y en casa sea un yaga menos en tu espalda.
Que mi ayuno en la queja sea el esfuerzo para ser tu cirineo.
Que ese rato de oración en el santísimo me ayude a tejer ese pañuelo que limpie tu cara como la Verónica.
Que mi limosna de dedicar tiempo a los demás sirva para estar atenta y no dormirme en el huerto de los olivos cuando me necesites.
Que mi oración estos días me haga fuerte para no negarte como Pedro y sientas mi apoyo.
Tu siempre eres esa mano que se me tiende desde arriba para levantarme del pozo más hondo. Siento que ahora me pides a mí que sea ese aliento que camino al calvario te diga: “Gracias, estoy aquí contigo”.
Cristina Peiró Hergueta