Un sacerdote cordobés en Ucrania

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Cuando se cumplen 2 años desde el inicio de la guerra en Ucrania, OMP habla con el sacerdote cordobés del Camino Neocatecumenal Pedro Zafra desde Kiev. Cuando comenzó la guerra, este joven de 32 años descubrió que Dios quería que permaneciera en el país en el que se ordenó.

Llegó en 2011 a en Kiev donde se formó y fue ordenado. Lo que no podía imaginarse es que estrenaría su sacerdocio en tiempos de guerra. Lo primero que decidió fue volver a Kiev ese mismo día del comienzo de la ocupación.

“Ya nos levantamos a la mañana siguiente, y estábamos en la capilla rezando Laudes, sin saber lo que hacer. La calle estaba vacía, todo en silencio”, recuerda. “Y rezando abrimos una Palabra al azar que dice que el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza, y después proseguía con el envío de los 72 discípulos, de dos en dos. Nosotros entendimos en ese momento que el Señor nos confirmaba el hecho de estar aquí”.

“Justo cuando estábamos rezando, en ese momento, empezaron a venir parroquianos pidiendo ayuda y acogida”, rememora. Y allí montaron un refugio para decenas de personas: familias con niños, personas mayores… Convivían, y rezaban, con el Santísimo expuesto. Retransmitían la Misa para aquellos parroquianos que se habían marchado de la ciudad. Y además de todo este acompañamiento espiritual, también ayudaron con lo material.

Después de dos años, “la situación en Kiev ahora es más o menos tranquila”, explica. Aún hay alarmas de bomba y toque de queda, pero los supermercados han abierto y la gente ha vuelto a trabajar. Entre los principales problemas están la movilización de hombres –“hay muchos soldados que entran en tu casa y te llaman al Ejército, y tienes que ir si no quieres que te acusen de traidor”-, las familias separadas…

“El Señor me da la Gracia de perseverar en su voluntad, pues he visto que es el Señor el que me da la fuerza a través de la oración, de los sacramentos, y a través del ministerio, que me ha concedido ver que al final, la vida está para darla, no para reservarla”.

Fuente:: Obras Misionales Pontificias