Limpiar el corazón para que los demás vean a Él al mirarme

Cuaresma

Sin Autor

Por Marina Puente
@_marinapuente

Seguramente lo primero que se te ha venido alguna vez a la cabeza al pensar en la Cuaresma es una lista de cosas que puedes o no hacer en este tiempo; obligaciones, la abstinencia de carne los viernes… o simplemente ha sido un tiempo más en tu calendario que te ha sido indiferente. ¿Pero te has parado alguna vez a pensar para qué sirve? Seguro que has escuchado eso de ayuno, limosna y oración, pero no lo has terminado de entender.

El ‘Jefe’ te está regalando 40 días para parar y volver al centro de todo, para reencontrarte con Él y con el que tienes al lado. Te invita a escucharte a ti mismo y a escucharLE. Te lo pone más fácil de lo que piensas, pero no te puedes quedar ahí parado. Tienes que abrir el corazón a esa escucha para descubrir cómo quiere que actúes y recorras este camino.
Pon en primer lugar la oración. Para. Ábrele la puerta y siéntate con él en intimidad, háblale con sinceridad. Con lo que tengas dentro. Igual que se lo cuentas a un amigo, Él está esperando a que vayas y hagas lo mismo.

Cuando le hayas escuchado con atención, ¡¡¡no tienes más que hacer lo que te pida!!! Y lo que te pide (nos pide) seguramente no es que te mueras de hambre ayunando de comida, absteniéndote de comer carne o dando unos céntimos a la persona que ves pidiendo en la calle. Si te has parado a escuchar, verás como lo que te está pidiendo a gritos es otra cosa, aquello que no deberías hacer solo en este tiempo, aunque ahora se nos de la oportunidad de tomárnoslo más en serio por si no solemos hacerlo.

Ayuna, sí. Ayuna de todo aquello que te cuesta más, de aquello que sabes que haces mal, ayuna de excusas, de pereza (¡lo que tengas que hacer hoy hazlo ya!), ayuna de malos gestos, de quejas, de egoísmo, de críticas. Y da limosna, también. Ofrécete, date, entrégate a los demás. Ten un buen gesto, una buena cara o palabra hacia quien tienes al lado; haz hoy aquello que nadie quiere hacer, da tu tiempo, estate atento, mira más allá. Abre el corazón. ¡Ahora, ya!

En resumen… conviértete, cambia, confía y déjaselo todo a Él. Prepárate para encontrarte con Aquél que no se cansa de esperarte con los brazos abiertos. Sé reflejo suyo.