Hace pocos días fue mi cumpleaños, y cayó en domingo: decidí ir a una panadería en la que hacen estupendos croissants de mantequilla, donuts pequeños y muy esponjosos de chocolate y unas palmeras con pipas de girasol que suelen tener bastante acogida: había decidido invitarles en casa, por sorpresa, a un desayuno inesperado.
Cuando ya había elegido los bollos, quise hacer una foto y, al encender el móvil, me apareció el típico mensaje de que había recibido una foto por airdrop. ¿Una foto? Me giré y miré alrededor. No conocía a nadie en la panadería que, por otro lado, era amplia y no estaba vacía: había un grupo de gente que tenía pinta de haber vuelto de fiesta y estaba desayunando; dos parejas de novios y otras dos de jubilados… «¿La abro?», me pregunté. Y ganó la curiosidad: la abrí.
Mientras veía la foto, y posteriormente la eliminaba, me vino a la cabeza que algo así hace el Señor con nosotros y el Adviento. Nos va dando señales, nos envía recordatorios de modo imprevisto de que nos estamos acercando al misterio de su nacimiento: que ya llega. Aunque no te lo parezca, nos acercamos vertiginosamente al tercer domingo (3/4) de Adviento, y quizá ni nos hemos enterado. Por eso tenemos estos mensajes que nos llegan por nuestro “airdrop interior”: las luces navideñas de las calles, los nacimientos y belenes en casa y en los escaparates de los comercios, los villancicos que se van escuchando en multitud de sitios… Pero, si uno no tiene ese “airdrop interior” activado, todas las señales y mensajes no nos llegarán.
Pues esforcémonos por estar atentos, y por agradecerle al Señor todos esos recordatorios, pidiéndole, en primer lugar, recibirle con gran cariño en el pesebre de nuestro corazón, en cada Misa y, sobre todo, el día de Navidad, con una buena confesión previa.
Ah; y sobre la foto que me llegó… te diré que era una foto del desayuno, a base de pizza, de alguno/a de los componentes del grupo de trasnochadores que volvían de fiesta. Not so bad!
Lejan de Cos
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