Feliz Domingo de Ramos. Hoy en la Santa Misa se lee la Pasión según san Lucas, pero también es considerablemente adecuado meditar la alegría que nos llevará a la mayor entrega que se ha hecho en la historia del universo.
Por ello, hoy reconozco al Señor en su Gloria, como Hijo de Dios e hijo de David, en su entrada triunfal a las puertas de Jerusalén. Ojalá no me quede en «cristianito de puerta cerrada» y me atreva a confesar en público: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y Gloria en lo alto!».
Y cuando Satanás me tiente con triunfalismos, como hacen hoy los fariseos, que responda, con Jesús: «Si estos (nosotros) callan, gritarán las piedras».
Hoy, Domingo de Ramos, te pido la valentía y el aplomo necesarios para alabar al Señor en toda circunstancia, y prepararme para resistir al pie de la Cruz, junto a Nuestra Madre y el más joven y amado de los apóstoles.
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