Carta a mi ahijado

Cambiar el mundo

Sin Autor

Desde hace meses estoy pensando qué podría regalarte el día de tu bautizo, voy a ser tu padrino y quería que mi regalo lo recordaras siempre, entonces me planteé: ¿qué tipo de regalo se le hace a un recién nacido para que le ayude a empezar a vivir?

Si pudiera te regalaría tres cosas: amor, libertad y paciencia. El amor como pilar principal; la libertad entendida como entrega, no como libertinaje; y la paciencia como sinónimo de ternura. Así siempre estarías protegido ante la adversidad de la vida, de golpe y porrazo te habría enseñado a vivir. Pero estos valores no se regalan, se adquieren y se aprenden, por ello te escribo, para que cada vez que notes que alguno de los tres flaquea acudas aquí y leas.

La vida es como un juego y por supuesto que todos los que te queremos y conocemos deseamos que tú, con la ayuda de Dios, ganes tu partida de la vida. Lo primero que debes saber es que aquí no juegas solo, en esta partida te van a acompañar pilares fundamentales como lo son papá y mamá, ellos son las personas que más te quieren, incluso antes de verte nacer, valóralos; tus hermanos, los que ya, por pequeños que parezcan, te están cuidando, y los que vendrán después y tendrás que cuidar tú, ninguna ficha en todo tu juego será más igual a ti que ellos, quiérelos; vas a tener la suerte de conocer a tus abuelos, serán las fichas más tiernas de la partida, te van a mimar, mímalos; también estamos tus tíos, seremos los segundos padres pero más comprensivos, los segundos abuelos pero más modernos y los segundos hermanos pero más sabios.

Supongo que la primera vez que leas esta carta tendrás unos seis años, yo te recordaré releerla a los ocho, porque es importante que el día de tu comunión aprecies que las personas que te queremos seguimos caminando a tu lado, el amor hace la unión familiar. Empiezas  a hacerte mayor y tus padres no lo querrán ver, ten mucha paciencia con ellos y no tengas prisa contigo mismo. La libertad debes cogerla de la mano del respeto, y esto no es nada fácil, por eso te pido que nos entiendas cada vez que te pongamos límites, porque los necesitarás.

Espero que en tu mayoría de edad me tengas presente y vuelvas a leerme, porque  empieza tu vida adulta y la confirmación está cerca. Tu primer amor ha paseado, pasea o paseará por tu mente. Me gustaría ser adivino y poder decirte si es el definitivo o no, pero eso sólo lo puedes sentir tú; siéntate y piensa, no tengas prisa, que tarde o temprano tus sentimientos te hablan, pero tienes que tener tiempo para escucharlos. Papá y mamá ven día a día como creces, para ellos te pido que mezcles la paciencia y el amor, escucha sus consejos que nadie va a querer nada mejor para ti. Sé que ya ves la libertad desde otra perspectiva y que puedes ser totalmente dueño de la tuya. Como ya te he dicho, la confirmación está cerca y ahora empieza una etapa totalmente nueva para ti, ahora tu padrino lo escoges tú y sé que acertarás en tu elección.

Los años van a seguir pasando y siempre vas a seguir necesitando una mano amiga, la mía siempre la vas a tener, pero has de saber que una vida rica y llena de amor sólo se consigue caminando por el camino de Dios. Amor, libertad y paciencia. Vivir como un buen cristiano y crecer en una familia católica, ese es el regalo que más te enriquecerá desde hoy y hasta siempre.

Yo, siendo tu tío, ahora que voy a ser también tu padrino me siento mucho más, y por ello, en un día tan importante como tu bautizo te lo quiero comunicar; a partir de hoy, soy tus pies para enseñarte a caminar, tus manos para enseñarte a cuidar lo que cojas con ellas, tus ojos para que veas la vida con felicidad, tu corazón para que hagas todo con amor, tu hombro para que llores en tus días no tan buenos y tus sonrisas, para que nunca te falte una.  Sé que soy el encargado de enseñarte a vivir como un cristiano, y si me ha quedado claro algo al escribirte esta carta es que el regalo no sólo te lo doy, sino que también lo recibo. Hoy han puesto en mis manos el placer de poder iniciarte en la Iglesia y nada me podía hacer más feliz que presentarte como un nuevo cristiano ante los ojos de Dios.

Pequeño, es mi obligación a la par que mi ilusión iniciarte en el seno de una familia católica y ayudarte en el camino, pero ten muy claro que no puedo decirte como vivir; yo no puedo vivir por ti. Tu vida es tuya y harás con ella aquello que tú quieras hacer. Simplemente tienes que hacerlo con amor, como dijo san Josemaría Escrivá: “Hacedlo todo por Amor. Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. La perseverancia, en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo.

Te quiero, gracias por venir a alegrarnos los días.