«Gabriel nació bien y ha sido un pilar en mi vida»

Noticias

En el Blog Salvar El 1, Aurora Torres, cuenta como fue la experiencia de tener un hijo no deseado y como al enterarse de su embarazo afronto con valentía a su hijo Gabriel.

Te dejamos su relato:

Yo era una joven que llevaba una vida desordenada. Con frecuencia, acudía con las que eran mis amigas a diferentes lugares para divertirnos, consumía bebidas alcohólicas y en algún tiempo llegué a fumar algunos cigarrillos. Este grupo de “amigas” con quiénes me reunía para divertirnos influían tanto en mi vida que llegué a salir cada fin de semana e incluso entre semana, lo que propiciaba que llegara tarde a mi casa. Desde luego mi horario de sueño era corto.  La preocupación de mi madre ya era evidente por sus comentarios sobre que dejase de exponerme a tanto peligro nocturno y me era incómodo pues sentía que desconfiaba de mí y de mi capacidad para saber cuidarme, pero ella sólo tenía el deseo de protegerme y preservar mi bienestar.

En una de esas salidas con mis “amigas”, estuvimos compartiendo en un lugar fuera de mi ciudad de origen. La tarde transcurrió e insistí en que ya nos regresáramos para no conducir en carreteras oscuras. Me molesté, ya que ellas decidieron que nos quedáramos para ir a un bar de esa misma ciudad.

Después de estar un rato allí, lo único que recuerdo es que estaba en un vehículo con un hombre que yo no conocía. Estaba a la orilla de una autopista ya que escuchaba pasar autos a alta velocidad. Lo que sucedió es que este hombre había abusado sexualmente de mí… Me sentía muy culpable por lo que había pasado, pero, a la vez, molesta con aquellas personas que decían ser mis “amigas” por haberme visto salir del lugar con alguien que ni conocía… No supe qué pusieron en mi bebida esa noche ya que tengo escasos recuerdos de lo que pasó.

Ya más consciente en mi casa la mañana siguiente, recuerdo que me asusté mucho cuando observé todo mi cuerpo con moratones de golpes fuertes. Por miedo, después de lo sucedido, acudí de inmediato a la farmacia a comprar la pastilla del día siguiente, (PAE), para prevenir un embarazo ya que, como la gran mayoría, no sabía la verdad sobre los riesgos tan graves para la salud y su efecto abortivo. En verdad, sentía mucho miedo, pero lo que más recordaba era el desagradable olor del sudor de aquel hombre y eso me daba mucho asco.

Por otro lado, después de lo que pasó, pensaba que existía una alta probabilidad de embarazarme, pero fue el miedo por lo sucedido y el asco que yo sentía por esa persona, así como la decisión de evitar un embarazo lo que me llevó a tomarme esa pastilla.

Una vez transcurridos varios días y ya enrolada nuevamente en mi dinámica personal y laboral, no me fijé que ya tenía más de 8 días de retraso en mi periodo menstrual. Una vez que me di cuenta, se encendió en mi interior una alerta y me dije a mi misma: ¡Estoy embarazada! Acudí a realizarme una prueba sanguínea de embarazo y pude confirmar que, efectivamente, estaba embarazada.

A la fecha me siento culpable por haberme tomado esa pastilla ya que estaba atentando contra la vida de mi hijo. Inmediatamente, acudí a un médico ginecólogo ya que presenté algunos sangrados. Quiero ser muy sincera: Lo que yo quería evitar era embarazarme, pero nunca atentar contra la vida de mi hijo.

Afortunadamente, no fue así y logré con la ayuda de mi ginecóloga revertir su efecto abortivo. Durante mi embarazo, tuve algunos contratiempos que pude superar gracias al gran amor de mi madre que siempre ha estado cerca de mí apoyándome con oración y respaldándome. ¡Gracias mamá, por todo tu amor!

Tomé la decisión de tener a mi hijo Gabriel porque yo deseaba que estuviera bien. Y más aún porque él siempre ha sido inocente y no es responsable de mis acciones, de mi comportamiento inmaduro, ni de los actos de su padre biológico. Gracias a Dios y a la Virgen de Guadalupe, Gabriel nació muy bien. Ha sido un pilar de mi vida junto con mi madre, lo amo y este amor es también mi fortaleza. Mi hijo es la mano que Dios me dio para salvar mi vida que se estaba yendo al vacío.

Quiero compartir mi testimonio, no con intención de ventilar mi vida privada, sino para ser la voz de los que no tienen voz, para concienciarlos del valor de la vida desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. Para ser voz de aquellos pequeñitos que aún no se pueden defender.