El sacerdote anglo español Christopher Hartley, tras 12 años de misión en Sudán del sur, se va a un lugar más peligroso aún, la selva de Etiopía.
El Observador lo ha entrevistado, y comienza diciendo que le «atrae mucho una tarea que es muy oscura, muy dura, muy ardua y muy lenta, donde se invierte una enorme cantidad de esfuerzo físico, mental, emocional, espiritual y a lo mejor los logros son pequeñísimos y muy lentos, pero indispensables, como son los cimientos de cualquier edificio».
Así nos explica la importancia de la paciencia y la perseverancia sin descanso aunque parezca que no hay logros. Muchas veces en la vida, siembras pero no ves los frutos. «Bauticé a tres personas. Estaban con el corazón del Islam. Cuando estás arando no estás cosechando manzanas de los árboles. Continuamente me preguntaban obispos, sacerdotes, cristianos y hasta mi misma familia: «¿Pero qué haces ahí?» «¡Qué desperdicio!» Pero la vida misionera es muy difícil reducirla a números». «En la Iglesia casi nadie cosecha lo que siembra y casi nadie cuando siembra va ver lo que ha sembrado».
La grandeza de la Iglesia está en «las virtudes de la perseverancia, de la tenacidad, de la constancia, el ver el valor de la monotonía de la vida, de las pequeñas cosas, la disciplina».
«Cuando queremos ir de impacto en impacto, de emoción en emoción, esto todo mundo sabe, sea lo mismo en el matrimonio, que no se vive de enamoramientos, emociones, como en el comienzo, pero luego viene el día a día de la cotidianidad y que no es menos amor, sino que, al contrario, hay un enorme valor en hacer las cosas con una profunda convicción de fe independientemente de lo que mi sensibilidad me haga disfrutar. Y ser capaz de esta generosidad, de esta grandeza de alma que no se trata de lo que yo sienta, de lo que a mí me apetezca, de lo que a mí me guste».
Te recomiendo que leas la entrevista entera porque es muy interesante y un gran testimonio, entrando en este enlace del El Observatorio
