Pablo Vela lo dejó todo para ser sacerdote

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Como en ‘Los Domingos’, un éxito en los cines, Pablo Vela ha dejado atrás su vida anterior para ingresar en el Seminario Metropolitano de Zaragoza.

Pablo Vela Lizarbe es un joven de 20 años natural de Zaragoza. Siendo el pequeño de cuatro hermanos, ha dejado atrás su vida anterior para ingresar en el Seminario Metropolitano de Zaragoza. Cuando comenzó a estudiar para ser docente, se dio cuenta de que quería dar un cambio de rumbo a su vida al “ver que el Señor me llamaba en serio a la vocación sacerdotal”.

¿Quién es Pablo Vela? ¿Cuál es su historia?

Mi familia es de Tarazona, pero yo nací en Zaragoza, donde he vivido desde pequeño. Cursé la Educación Infantil en Sansueña y luego estudié en Montearagón, hasta que inicié mi Bachillerato en Compañía de María, en la calle Bilbao. Fueron muy buenos años. Más adelante, tuve la oportunidad que ir a estudiar a la Universidad de Navarra, siguiendo los pasos de mis hermanos. Ya desde el colegio, fui viendo una vocación al servicio y, en Bachillerato, fui viendo que esa vocación estaba relacionada con la Educación. Valoré la posibilidad de ser maestro, así que fui a Pamplona a estudiar Magisterio en Educación Primaria y Pedagogía.

¿Qué elemento fue el causante del cambio?

Es difícil definir algo así. Siendo miembro del Colegio Mayor Mendaur, viviendo en uno de sus pisos adscritos, recibía muy buena formación. Y coincidió con la JMJ Lisboa, en 2023. Me propuse un objetivo: empezar a cuidar mi vida de oración. Estando en Pamplona, tuve la suerte de que la
universidad también te lo facilita mucho, y pude empezar a cuidar mi vida de fe allí con más fuerza, así como la Presencia de Dios en mi día a día. Mi relación con Él. Ese verano había comenzado a ver la necesidad de discernir y meditar mi vocación. Yo llevaba un tiempo cuidando un noviazgo y estaba muy contento; pero, durante ese verano, comencé a ver una luz relacionada con una vocación sacerdotal. Y quise llevarlo poco a poco, desde el principio. Ya allí, en Pamplona, a la vez que iba profundizando en mis estudios, fui tratando este tema hasta noviembre, cuando empecé a ver que el Señor me llamaba en serio a ser sacerdote. Noté esa llamada en serio en mi vida.

Alguien valiente para dar un paso así hoy no deja de ser un joven de su tiempo. ¿Qué cosas le interesan o le gustan, en su día a día?

Siempre he sido muy movido. Siempre me han dicho que soy una persona trabajadora, porque me ha gustado sacar bien mis estudios adelante. También en el ámbito del deporte, siempre he hecho algo: de chaval me dediqué al deporte de equipo. Primero, al fútbol, aunque nunca fue lo mío del todo; más adelante, al baloncesto, que me gustó más. Finalmente, ya hago deporte más por mi cuenta. A nivel de gustos, la música siempre me ha gustado mucho. La música de hoy, por ejemplo: Izal, aunque ahora se ha separado; Inazio Lacarra; Taburete, que me gustó desde el principio; luego, el pop y el rock de los 80, que me lo transmitió mi padre, así como el más clásico, como los Beatles o los Who. Además, todo lo que tenga que ver con las relaciones sociales me atrae mucho; considero que siempre he sido una persona muy sociable. Me ha gustado mucho pasar tiempo y tiempo de calidad con los amigos. Es algo que no abandono ahora que soy seminarista.

¿Qué elementos influyeron en que se planteara esta posibilidad?

El ir tratando este tema en la oración, el acudir a medios de formación para cuidar la vida de fe y… sobre todo, una de las cosas que me influenciaron más fue ser “escolano”, monaguillo de mi parroquia, la Basílica de Santa Engracia, en Zaragoza. Gracias a ello, siempre he percibido la figura del sacerdote como cercana; he conocido a muchos sacerdotes que han ido pasando por mi vida, y es algo que vivo de modo normal y familiar. Eso ha hecho que, desde joven, me fuera llamando la atención lo que supone el sacerdocio y ha facilitado que entienda que Dios sabe lo que hace y pone en tu camino lo que quiere de ti. Otra cosa importante para mí fue la presencia de mi director o acompañante espiritual: un guía que, desde el respeto absoluto, permite que tú mismo vayas descubriendo lo que te hace auténticamente feliz. La cosa es que, terminado el primer año de carrera, volví a Zaragoza e ingresé en el seminario.

¿Cómo ha vivido este primer año dentro de la institución?

Fundamentalmente, desde el principio, con santa paz. Poco, con mucha humildad, buscando mucha familiaridad en el seminario, lo cual enriquece mucho. Me apoyo mucho en mis compañeros porque, al final, uno busca aprender y configurarse con Cristo. El ejemplo de los hermanos, por eso, es el que ayuda mucho a crecer. Luego ya cuidas el estudio, cuidas la oración y dedicas la mayor parte de tu tiempo a eso, además de que mantienes las amistades y las relaciones familiares de toda la vida.

Entrevista realizada por nuestro colaborador Luis Sierra para El Heraldo