En una época marcada por las redes sociales, el camino vocacional de Fátima Cecilia Sánchez se inició de una manera inusual y moderna: buscando «tipos de monjas» en Google. Esta búsqueda, surgida tras un profundo encuentro de fe durante su Bachillerato, la condujo directamente a la clausura de las Carmelitas Descalzas de Zarautz (Guipúzcoa), donde ahora se prepara para prometer sus votos.
Fátima relata que, tras una infancia espiritualmente activa, su fe se tornó «frívola», centrándose más en rezar por exámenes que en una entrega plena. El cambio se gestó al empezar Bachillerato, cuando se unió a las alabanzas carismáticas de ‘Torre de David’, donde experimentó un «encuentro con el amor de Dios que transformó completamente mi vida».
Aunque inicialmente se sintió atraída por el radicalismo misionero de la Madre Teresa, pronto sintió que su misión sería llegar al mundo a través de la oración. La búsqueda digital la llevó a las Carmelitas Descalzas, cuya vida contemplativa, fundada por Santa Teresa de Jesús, se centra en seguir a Cristo y servir al mundo con una vida hecha plegaria.
El punto de inflexión fue en Zarautz, un monasterio fundado en 1906. Durante su primera visita, una señal íntima y poderosa disipó sus dudas: al mirar una cruz, sintió la frase: «Aquí estoy…, aquí te espero». La joven, que había descartado estudiar Biología Marina, se había dado cuenta de que ese era su lugar.
La noticia de querer ingresar a la clausura fue descrita por su padre, Carlos Sánchez, como una «bomba nuclear», no por oposición a la vocación, sino por lo inesperado de la elección y su temprana edad. A pesar de la insistencia paterna en que se matriculara en la universidad, la perseverancia de Fátima y la guía de su director espiritual mantuvieron viva su inquietud.
«Como mis padres seguían con la idea de que empezara carrera en la Universidad, dejé todo en manos del Señor y le dije: ‘Ya me dirás cómo… ya me dirás cuándo’. Sentía que yo ya no podía hacer nada más…solo confiar. Volvió la alegría y la paz. Dejé de estar triste y angustiada, yo solo esperaba que mis padres despejaran sus dudas”, subraya.
“Terminé el curso bien y en mayo pude volver a Zarautz a pasar un fin de semana. Fue precioso, porque entonces sí que tuve una sensación de mucha paz. Yo no sabía que se podía sentir tanta paz, una paz brutal, ¡tanta que no podía respirar!»
La decisión final llegó tras un encuentro crucial con el Arzobispo de Pamplona, Don Francisco Pérez, quien aconsejó a los padres que permitieran a la joven «discernir desde dentro de la clausura».
Con un equipaje ligero, Fátima Cecilia entró en el convento el 18 de septiembre de 2021. Vive ahora una jornada dedicada a la oración y el trabajo manual, desde la huerta hasta el mantenimiento de la casa. El 22 de noviembre de este año, con 23 años, prometerá los votos temporales.
Fuente: Camino Católico














