Abandonó la competición de videojuegos para ser sacerdote.

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El sacerdote Enrique Baviera, de 33 años y actualmente párroco en Agullent (Valencia) hasta hace muy poco, tiene un impresionante testimonio sobre su juventud marcada por la adicción a los videojuegos de competición. A los 14 años, a pesar de su familia cristiana, Enrique se sumergió en el mundo virtual, llegando a estar entre los cien mejores jugadores ‘online’.

Esta obsesión lo llevó a un profundo vacío: «Para mí eso era la felicidad… pero mi vida estaba vacía y esta situación afectó a mi familia». Tras una fuerte discusión, sus padres le quitaron el ordenador, un hecho que lo alejó de casa y lo hizo cortar la comunicación con ellos.

El punto de inflexión llegó cuando un primo lo invitó a las catequesis de Confirmación. En la parroquia, se sintió «querido y no juzgado», lo que lo llevó a ver el daño causado. El amor y el perdón incondicional de su madre le permitieron «conocer el amor de Dios».

Tras sentirse amado «hasta lo profundo», escuchó el llamado: «déjalo todo y sígueme». Baviera concluye que solo al encontrar a Dios se dio cuenta de lo que realmente le faltaba, afirmando que «El Señor te da una nueva forma de vivir».

Fuente: Paraula