La Iglesia Católica tiene un nuevo pilar doctrinal: la exhortación apostólica «Dilexi te» (Te Amé) del Papa León XIV. Este documento, asumido de un proyecto iniciado por su predecesor, Francisco, y compuesto por cinco capítulos y 121 puntos, se consagra como la reafirmación histórica y teológica de que el amor a los pobres es el corazón del cristianismo.
León XIV insiste en que la opción preferencial por los pobres no es una mera beneficencia o un acto social, sino un imperativo doctrinal de naturaleza cristocéntrica. Para el Pontífice, acercarse a quienes no tienen poder es un «camino de santificación» y un «modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia». El Papa es categórico: si la Iglesia quiere ser de Cristo, debe ser la «Iglesia de las Bienaventuranzas», caminando «pobre con los pobres».
El texto recorre la historia de la salvación, demostrando que la pobreza es central desde el Antiguo Testamento hasta el Evangelio, donde Jesús llega para «anunciar la buena noticia a los pobres». León XIV destaca que la caridad, sostenida por los Padres de la Iglesia, es el «criterio del verdadero culto» y, citando a San Agustín, afirma que la limosna es «justicia restaurada» frente a las estructuras de acumulación.
El documento también rinde homenaje a la tradición caritativa de la Iglesia, desde la hospitalidad monástica hasta las órdenes dedicadas a los cautivos y los enfermos, señalando que la educación de los pobres es un deber. «Servir a los pobres no es un gesto de arriba hacia abajo, sino un encuentro entre iguales, donde Cristo se revela y es adorado», subraya el Papa.
Finalmente, «Dilexi te» retoma el magisterio social para denunciar frontalmente la «dictadura de una economía que mata». El Papa advierte que la cultura global «descarta a los demás» mientras las ganancias de pocos crecen exponencialmente. León XIV exige un cambio de mentalidad y políticas eficaces, insistiendo en que «La dignidad de cada persona humana debe ser respetada ahora, no mañana», y que las estructuras de injusticia deben ser destruidas «con la fuerza del bien». La exhortación es un grito para que los cristianos nunca bajen la guardia ante la miseria.
Fuente: Revista Ecclesia