La familia Morrison, compuesta por Eric y Grace y sus siete hijos, ha cultivado un ambiente que ha propiciado de manera notable vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa. Su enfoque nunca fue la presión, sino el fomento de la fe y la apertura a la voluntad de Dios. Danny Morrison, el tercer hijo varón en ordenarse sacerdote el 21 de junio, describe su llamada como un proceso gradual, no una conversión repentina. A él se suman sus hermanos, los padres James y Nicholas Morrison, ya sacerdotes en la Arquidiócesis de Washington, y su hermana, la Hermana Mary Sophia, quien hará sus primeros votos con las Hermanas Dominicas de Santa Cecilia en agosto.
Eric y Grace Morrison educaron a sus hijos en casa, permitiendo un acceso regular a los sacramentos sin imponer su participación. Su filosofía se centró en enseñar a sus hijos que la verdadera felicidad reside en buscar y cumplir la voluntad de Dios.
Un factor clave en este ambiente vocacional fue la invitación constante de sacerdotes a cenar en su hogar, lo que permitió a los niños Morrison ver a los sacerdotes como personas accesibles y alegres, además de respetar su ministerio. Esta interacción ayudó a desmitificar la vida sacerdotal y la presentó como una opción viable y gratificante. Asimismo, los Morrison fomentaron una comunidad católica sólida, rodeando a sus hijos de amistades que compartían un compromiso profundo con la fe.
Más allá de las vocaciones religiosas, Eric y Grace modelaron un matrimonio católico feliz y comprometido, mostrando a sus hijos la belleza y la generosidad radical de la vocación matrimonial, como lo ejemplifica su hija Anna, casada y con hijos.
La devoción mariana también ha sido central para la familia. Eric y Grace se consagraron al Inmaculado Corazón de María, y múltiples hitos sacramentales de la familia han coincidido con esta festividad mariana. La alegría y la santidad que Danny presenció en sus hermanos mayores al discernir sus vocaciones fueron influencias significativas en su propio camino. Este caso subraya que, si bien cada vocación es una respuesta personal a la gracia de Dios, el ambiente familiar y comunitario juega un papel crucial en nutrir y apoyar dicha llamada.
Fuente: Nathional Catholic Register