¡Por fin ha llegado mi época favorita del año! La época donde todo se cumple.
El momento del año que todos hemos estado esperando, donde culmina este año dedicado a la esperanza. Esa esperanza en ti. En tu salvación.
Vienes, ya llegas, ya estás cerca. Las calles y mi corazón se van iluminando al saber que vendrás.
Una luz en toda esta oscuridad. Una luz que viene a darnos alegría, paz, amor y esperanza.
Esperanza en que todo va a cambiar. Esperanza en que un mundo mejor sí existe y sí es posible, pero contigo.
Ahora bien, ese cambio solo es posible Contigo y si yo estoy preparado y pongo de mi parte para ese gran cambio. Nos necesitamos, Jesús.
Yo te necesito a ti para que me des esa luz que debo llevar a los demás. Para eso, necesito prepararme y preparar mi corazón. Reconozco que a veces me asusta ser luz en este mundo a veces tan oscuro, y por eso te pido que me enseñes a ser como María.
A saber, decirte sí. A ser humilde como ella. A saber, fiarme a ciegas aun sin entender. A entender que contigo todo es posible y que no hay nada imposible.
Enséñame también a preparar mi corazón, a que con cada buena obra que haga vaya dejando velas por el camino. A que cada gesto de amor sea un poco de paja más para tu pesebre.
A que, como los pastores, me den igual las cosas materiales y pasajeras, pues con mi sencillez y abandono a lo que no ayuda pueda darte mi mayor amor y todo lo que tengo. Todo yo. Porque te necesito. Necesito de esa salvación que vienes a traer.
Navidad es hoy y ahora. Navidad debería ser todos los días, pues traer luz a los demás solo depende de nosotros contigo en medio.
Navidad es saber y aprender que lo humilde y sencillo hace grande; que la debilidad nos hace fuertes y la delicadeza es nuestra mayor fortaleza.
Cuántas veces, Jesús, me quejo a lo largo de mis días. Enséñame en esta época a ser como tus padres. A ver que, aunque las adversidades todo tiene solución; que aunque el camino sea duro o difícil, que, aunque me rechacen y cierren las puertas como a ti en la posada, debo seguir adelante, pues los planes que tienes para mí siempre son mejores.
A tener paciencia y a no desistir.
Quiero estas Navidades poder decir: “Bienvenido al mundo, Jesús, pero sobre todo, bienvenido a mi corazón, que aquí tienes un hueco para descansar.”
Hoy yo digo sí como María. Sí a recibir a mi Salvador, a mi Rey de reyes, al Verbo, a la Palabra, a la Verdad.
Porque, Jesús, puedes ser pequeño, pero lo cambias todo. Puede parecer que no haces nada, pero haces todo.
Gracias, gracias por bajar a la tierra a cambiar este desastre que hemos causado. Gracias porque, aun sabiendo lo que ibas a sufrir más adelante, decidiste venir al mundo porque nos quieres y nos amas hasta el extremo.
Gracias por querer entrar en mi corazón pese a ser un poco desastre y por quererme tal y como soy. Gracias por darme la oportunidad de cambiar, de creer, de confiar y de amar.
Cristina Peiró







