La italiana María Angélica, diagnosticada con Esclerosis Múltiple hace 35 años y fallecida el pasado lunes, ofrece un testimonio de esperanza y denuncia dirigido a quienes comparten su sufrimiento. Reconoce la dureza de una vida sin independencia y el «cuello de botella» del dolor diario, pero utiliza esta aflicción como un motor para la perseverancia y la movilización de su entorno.
Su mensaje, plasmado en una carta, enfatiza la necesidad de buscar activamente redes de apoyo fuera del círculo familiar, como amigos y la ayuda del párroco, para mitigar el aislamiento y la vergüenza. Destaca la importancia de estas relaciones para crear un «círculo de vida hermosa» que transforma la dependencia en una forma de comunión.
El eje central de su carta es el perdón y la fe como antídotos contra el dolor existencial. Aconsejada por personas de fe, experimentó el perdón como un camino hacia la sanación interna y física, permitiéndole aliviar la carga de la enfermedad. Insta a liberarse del rencor y el descontento, los cuales considera un veneno.
Finalmente, agradece a la investigación médica y a los profesionales que garantizaron su supervivencia física mediante la nutrición artificial. Concluye su misiva con una invitación a abrirse a la gracia de Dios, el único capaz de guiar el corazón herido hacia la sanación, reafirmando que el fin último del sufrimiento es el encuentro con el amor divino.
Fuente: Religión en Libertad







