Carta Apostólica «In unitate fidei», una llamada a la unidad

Noticias

Sin Autor

El Papa León XIV ha publicado, en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, la Carta Apostólica «In unitate fidei», una llamada vibrante a la unidad y la renovación de la fe cristiana, coincidiendo con el 1700 aniversario del Concilio de Nicea (325 d.C.) y en vísperas de su primer viaje a Turquía.

El Pontífice, que compara los «tiempos turbulentos» de la antigua Nicea con la actualidad, utiliza el Credo Niceno-Constantinopolitano como el ancla doctrinal y espiritual que debe guiar a la Iglesia. La carta subraya la verdad central forjada en aquel concilio: la afirmación de que Jesús es «de la misma sustancia (homooúsios) del Padre», una doctrina esencial para refutar el arrianismo que amenazaba la unidad eclesial.

«Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero». Explicando cada uno de estos puntos destaca: «El Concilio adopta luego la metáfora bíblica de la luz: ‘Dios es luz’ (1 Jn 1,5; cf. Jn 1,4-5). Como la luz que irradia y se comunica a sí misma sin disminuir, así el Hijo es el reflejo (apaugasma) de la gloria de Dios y la imagen (character) de su ser (hipóstasis). El Hijo encarnado, Jesús, es por ello la luz del mundo y de la vida. Por el bautismo, los ojos de nuestro corazón son iluminados, para que también nosotros podamos ser luz en el mundo».

La carta enfatiza que el Credo no es una «teoría filosófica», sino la profesión de fe en un Dios que no es «lejano e inalcanzable«, sino que «ha salido a nuestro encuentro en Jesucristo». Esta cercanía culmina en la «divinización» del hombre: citando a San Atanasio, recuerda que Cristo se hizo hombre para «divinizarnos a nosotros», un proceso que define como la «verdadera humanización».

El documento concluye con una poderosa exhortación al ecumenismo. El Papa destaca que el Credo es el «vínculo de unidad» común a todas las tradiciones cristianas, desde Oriente hasta las Comunidades nacidas de la Reforma. El camino hacia la reconciliación requiere un «ecumenismo espiritual de oración» y, crucialmente, el Pontífice señala al Credo de Nicea como la «base y el criterio de referencia» ineludible para alcanzar la unidad y el diálogo futuro entre todos los cristianos.

Fuente: Omnes