El fallecimiento por eutanasia de Siska De Ruysscher, una joven flamenca de 26 años, ha conmocionado a la opinión pública belga y ha reabierto el debate sobre los límites de la ley de muerte asistida, particularmente en casos de sufrimiento mental.
Siska, diagnosticada con depresión crónica grave y trastorno de estrés postraumático tras ser víctima de abuso sexual en su adolescencia, solicitó el procedimiento amparada en la ley que permite la eutanasia por «sufrimiento intolerable». «He luchado media vida para llegar al día siguiente, y ahora estoy agotada. Ya no lo intento más», fue su declaración final.
Sin embargo, su caso se ha convertido en una contundente denuncia contra un sistema de salud mental que, según ella, la abandonó. En sus últimas semanas, la joven relató a medios flamencos un calvario de listas de espera, procedimientos deshumanizados, y experiencias traumáticas como confinamientos solitarios y sedación, sentenciando: «Soy el producto de un sistema fallido.»
El dramático desenlace de Siska fuerza a la sociedad belga a cuestionar si la eutanasia, legalmente accesible, se está convirtiendo en la salida más fácil para los pacientes con condiciones psíquicas graves, frente a un sistema que parece haber renunciado a la «atención genuina». Su mensaje póstumo es un llamado a la comprensión, la escucha real y a que los profesionales sanitarios tengan el valor de autocuestionarse.
Fuente: Avvenire







