La adaptación cinematográfica de Los Miserables (2012), dirigida por Tom Hooper y basada en el célebre musical y la obra de Victor Hugo, es un emotivo retrato de fe, esperanza y redención en medio del sufrimiento humano. Ambientada en la Francia del siglo XIX, la historia sigue a Jean Valjean, un hombre condenado a diecinueve años de prisión por robar una hogaza de pan.
Tras su liberación, se ha convertido en un hombre resentido, con un corazón endurecido por la humillación y la desconfianza. Ya desde los primeros compases, con el canto de los prisioneros, casi a modo de un clamor de almas que miran al cielo entre cadenas, introduce uno de los grandes temas de la película: el anhelo de libertad espiritual y la presencia inquebrantable de Dios incluso en la desesperanza.
Desde ese momento, la historia se convierte en una profunda reflexión sobre el poder transformador del perdón. El inicio de la redención de Valjean nace tras su encuentro con la piedad de un obispo que, en lugar de denunciarlo tras un robo, le ofrece perdón y una nueva oportunidad, afirmando que con la plata que le ha regalado “ha comprado su alma para Dios”. Este gesto desarma su ira y despierta en él una verdadera conversión interior, consagra su vida al bien, guiado por la fe en que los hombres pueden cambiar si se entregan a la voluntad de Dios.
Años después, convertido en un hombre honesto y justo, su vida entera se convierte en un acto de reparación. El perdón recibido se transforma en perdón ofrecido. Cada decisión, cada acto de bondad hacia los demás (como cuando cuida a Fantine o rescata a su hija, Cosette) nace de ese encuentro inicial con la Misericordia. Así, vemos cómo el perdón verdadero no solo libera al que lo recibe, sino también al que lo otorga.
En contraste, el inspector Javert (Russell Crowe) encarna el otro extremo: la justicia sin compasión, la ley sin amor. Incapaz de concebir que un hombre pueda cambiar, Javert persigue a Valjean durante décadas, convencido de que la redención es imposible para un pecador. Pero cuando el propio Valjean le perdona la vida, su sistema moral se derrumba. Javert no puede soportar un mundo donde la misericordia prevalece sobre el castigo.
Mientras Valjean se acerca progresivamente a Dios a través del amor, Javert se aleja, atrapado en su orgullo y su rigidez moral. La redención de uno se convierte en la condena del otro. Es, en última instancia, una lucha entre dos visiones de la fe: la que se basa en el miedo y la obediencia, y la que nace del amor y la compasión.
Otro de los grandes hilos espirituales de la cinta es la confianza en la Providencia y las consecuencias del bien obrar. A lo largo de la historia, los actos de bondad de Valjean, como salvar al hombre atrapado bajo el carro, cuidar de Cosette o perdonar a su perseguidor, encuentran su recompensa en momentos de gracia que parecen guiados por una mano Divina. Porque el bien no siempre obtiene reconocimiento inmediato, pero deja huellas invisibles que transforman el destino. Valjean persevera en la fe, convencido de que Dios verá incluso lo que el mundo ignora. Esa fe silenciosa es el eje que da sentido a toda su vida.
El desenlace de la pugna entre Jean Valjean y Javert resume el mensaje más profundo de la película: la verdadera libertad no nace de la ley, sino del amor. Mientras Javert se hunde, incapaz de aceptar la misericordia, Valjean muere en paz, acompañado por las visiones de Fantine y los redimidos, elevándose hacia la promesa de un cielo donde “amar a otra persona es ver el rostro de Dios”. Su viaje espiritual culmina en esa frase: después de una vida marcada por la culpa, el sacrificio y la fe, Valjean comprende que el sentido último de la existencia está en amar, perdonar y confiar.
En definitiva, Los Miserables es mucho más que una historia de revolución y justicia social: es una parábola sobre la gracia y la transformación interior. A través de sus canciones, de sus luces y sombras, Tom Hooper nos recuerda que ningún corazón está perdido si todavía es capaz de amar. En un mundo que muchas veces confunde justicia con venganza, la película nos invita a mirar más alto, hacia ese amor que no se mide por méritos ni castigos, sino por misericordia. Porque, como enseña la vida de Jean Valjean, la mayor victoria de un hombre no es vencer al enemigo, sino reconciliarse consigo mismo y con Dios.
José Carcelén Gómez
Ficha técnica:
Título original:
Año: 2012
País: Reino Unido, Francia y Estados Unidos
Director: Tom Hooper
Reparto: Hugh Jackman, Anne Hathaway, Russell Crowe, Eddie Redmayne, Amanda Seyfried, Samantha Barks, Helena Bonham Carter, Sacha Baron Cohen, Aaron Tveit, Colm Wilkinson, George Blagden