A los 24 años, Paloma Altonaga, una joven argentina, tomó una decisión radical: dejar atrás una vida de apostolados activos para abrazar la clausura en un monasterio carmelita. Hoy, conocida como la hermana Paloma de Jesús María, vive en el Monasterio Nuestra Señora de la Paz, en Luis Guillón, donde ha encontrado la plenitud que, asegura, su corazón buscaba.
Criada en una familia de fe, Paloma relata que su madre la consagró a la Virgen María en un momento de crisis. Este gesto, comenta, la marcó desde la cuna. A pesar de su compromiso en diversas misiones de evangelización, fue durante la cuarentena que sintió un vacío. «Estaba en todos lados, pero a la vez mi corazón no estaba en ninguno», confesó. Fue ese «parate obligatorio» lo que la impulsó a buscar una plenitud más profunda, una que no hallaba en la actividad constante.
Acompañada por un sacerdote y mientras cursaba estudios de filosofía y teología, Paloma comenzó su discernimiento. Su camino la llevó a las Carmelitas Descalzas, donde el anhelo de permanecer se hizo tan fuerte que el simple hecho de salir del monasterio le causaba angustia. Tras un periodo de formación de cuatro años, hizo su Profesión Simple el 23 de julio, convirtiéndose en «esposa de Cristo» mediante sus primeros votos temporales.
Desde el silencio y la oración, la hermana Paloma asegura que su vida no es una renuncia, sino un camino de plenitud. Convencida de que su servicio oculto sostiene la misión de la Iglesia, se inspira en Santa Teresita: «Desde el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor». Con la certeza de que «Dios es mi todo», la hermana Paloma de Jesús María anima a otros jóvenes a no temer y a seguir la voz de su corazón, porque «Cristo vale la vida».
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Fuente: ChurchPop