Hace unos días se celebró en Roma el Jubileo de Influencers Católicos y Comunicadores Digitales, un evento que reunió a más de mil personas dedicadas a la evangelización en el ámbito virtual. Un momento central fue la inesperada aparición del Papa quien dirigió a los asistentes un mensaje claro y alentador: “¡Reparen las redes!”.
El mensaje del Santo Padre destacó la firme apuesta de la Iglesia por esta nueva forma de evangelización. Instó a los comunicadores digitales a llevar paz, verdad y amor a internet, construyendo redes que sanen, que fomenten la escucha y conecten corazones heridos, llevando la ternura de Cristo al mundo virtual. Este jubileo marcó un hito como el primero dedicado a la pastoral digital, generando una profunda comunión entre los participantes, muchos de los cuales se conocieron en persona por primera vez.
El evento contó con la presencia de destacadas figuras eclesiásticas como el Cardenal Pietro Parolin, el Cardenal Tagle y el Cardenal de Madrid, don José Cobo. Todos ellos animaron a los evangelizadores digitales a ser testigos valientes de la verdad y mensajeros de la Resurrección del Señor. La misión principal es que, a través del primer anuncio en las redes, se despierte el deseo de una vida nueva en Cristo, logrando que un «clic» inicial se transforme en un encuentro personal y, finalmente, en una conversión.
Los testimonios de éxito son numerosos, con historias de jóvenes que han regresado a la Iglesia gracias a contenidos digitales. Se subraya que el mayor beneficio de esta misión radica en la transformación interior del evangelizador. Aunque se reconocen desafíos, incluyendo el uso indebido del nombre del Señor por algunos, se insiste en que los verdaderos misioneros digitales actúan en comunión con el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, siendo puentes, no destinos, e instrumentos, no famosos.
La llamada papal a «reparar las redes» implica promover la paz, evitar la polarización algorítmica y fomentar el diálogo, demostrando que otra interacción digital es posible y conduce a la verdadera felicidad.
Fuente: Ecclesia