¿Por qué ir a Misa?

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¿Por qué ir a Misa? es el título de la sesión que compartió el seminarista de la Diócesis de Cuenca, Jorge Mora, con los jóvenes.

«Es como si se me parara un hombre por la calle y me dijese: ¿Y tú? ¿Por qué respiras? E intentando retener mi impotencia ante tal zote, le respondería: “¡Pues porque si no respiro, me muero! ¿No se da cuenta?” Así es, necesito la Misa», explica:

«En primer lugar, necesito la Misa para recordar quién soy. Muchas veces nos hacemos daño porque jugamos a ser dioses: nos creemos merecedores y capaces de todo, casi omnipotentes; o por el contrario, nos creemos un deshecho social, basura. En la Eucaristía adoramos a Dios; y tenemos la gran suerte de que nuestro Dios no es un tirano».

«Además, necesito ir a Misa porque es mi refugio. Desgraciadamente, soy un pecador (y uno de los gordos), pero allí empiezo a mirar las cosas con Sus ojos, donde todo es mejor. Es en Misa donde dejo de apoyarme en mi debilidad, en mis tristezas, limitaciones y traiciones propias para apoyarme en la omnipotencia, alegría, eternidad y señorío de Dios ante todo.»

«En tercer lugar, voy a Misa porque se lo debo a mis hermanos. La mayoría de nosotros hemos asumido, con gran equivocación, que ir a Misa es algo común, casi rutinario. Lo cierto es que millones de cristianos se juegan la vida cada día por ir, y muchos no pueden».

«Hoy, en Cuenca, hay cristianos que se les prohíbe en casa ir a Misa. Un gran amigo mío lo vive. Y tras ser castigado por sus padres sin salir, cumplida la pena, vuelve a asistir a la Iglesia para volver a casa y ser nuevamente castigado. ¿Y qué pasa con todos estos mártires y perseguidos? ¿No habrán perdido la cabeza? ¿Por qué perder la vida pudiéndola conservar?»

La razón es mi último “argumento”: ellos han entendido perfectamente que sus persecuciones, sus tristezas, sus limitaciones y hasta sus propias vidas, pasarán. Pero en la Misa, recibimos algo que jamás se pasará: el Amor.

«Es como si Dios mismo te dijera: “hijo mío, no me olvides. No olvides que soy tu Padre, que he dado mi vida por ti, que te amo con locura. Ven a Mí, voy a sanarte. Ven y conserva mi mirada, mi sonrisa, mis palabras. No me he podido esperar a que llegues al Cielo y me he hecho Pan para abrazarte ya en la Tierra. Así se desborda mi amor por ti”.»

«La Misa es el Cielo en la Tierra y la necesito»

Fuente: El Digital