¿Por qué ir a ver al Papa en Lisboa?

Cambiar el mundo, Hagan Lío

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La Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Lisboa la próxima semana promete ser una fiesta inolvidable. Aunque habrá diferentes actividades ya desde el 1 de agosto, el plato fuerte se espera a partir del día 3, donde llega el grueso de los participantes. En cuanto a cifras, justo hace un mes se publicaron los siguientes datos: había más de medio millón de jóvenes inscritos y unos 30.000 voluntarios.

Los números, desde entonces, no han hecho más que aumentar. Las previsiones apuntan a que se superará de sobra el millón de asistentes, de los cuales unos 50.000 serán voluntarios. Para que nos hagamos una idea de las magnitudes, puede ser útil comparar este evento con el concierto de Ed Sheeran del año pasado. El cantautor británico fue capaz de congregar unas 420.000 personas en Londres, ocupando el primer puesto entre los eventos más multitudinarios de la temporada. La JMJ duplicará con creces esa cantidad de asistentes.

¿Qué motiva a tantos jóvenes a viajar a Lisboa?, ¿cuál es la razón que les reúne? Unos han roto la hucha y han invertido todos sus ahorros. Otros, para llegar a Portugal, tendrán que cruzar más de medio mundo. Todos ellos guiados por una gran ilusión.

La JMJ de Lisboa será un hito inolvidable en las vidas de estos chicos y chicas, porque podrán ver, escuchar, y algunos afortunados también saludar al Papa Francisco. Éste es el verdadero motivo de todo este lío. Por eso resultará chocante para el mundo las imágenes que veremos este verano; miles y miles de jóvenes alentando a un anciano de 86 años, dándole muestras de su cariño. Diciéndole que le quieren.

No se puede negar que un evento tan numeroso y multicultural como éste resulta, ya de por sí, de un interés fascinante. La idea de la JMJ ha resultado ser brillante. Recordemos, en primer lugar, a san Juan Pablo II, el fundador de este encuentro. Con qué fuerza nos animaba a “abrir las puertas a Cristo”. O el recientemente fallecido Benedicto XVI que, con su extraordinaria inteligencia, llenó de contenido teológico y buena doctrina estas fiestas de la juventud. Qué decir de Francisco, el papa de la caridad, que con gran alegría nos está invitando a disfrutar de la celebración de la fe en comunidad o, mejor dicho, en familia. En último término, si queremos una explicación sobre el éxito de estas jornadas, debemos responder a la pregunta sobre quién es el Papa y que significa para un joven católico tener un encuentro con él.

Si echamos la mirada atrás veremos que el papa Francisco es el 265º sucesor de Pedro. Allá por el año 30 de nuestra era, un hombre llamado Simón, pescador de Galilea, escuchó de improviso unas palabras que cambiarían su vida para siempre. “Desde ahora serán hombres los que pescarás” (Lc 5,10). Jesucristo transformó los planes de aquel hombre rudo nacido en Betsaida, convirtiéndolo en piedra, en fundamento sobre el que se edificaría la Iglesia universal.

La vida de Pedro no estuvo exenta de dificultades. De igual manera, si analizamos la historia del papado nos encontramos con luces y sombras, momentos brillantes y episodios oscuros. Sin embargo, esto no debe hacernos dudar de la grandiosa misión a la que han sido llamados los sucesores de Pedro, porque proviene del mismo Cristo. Un buen lema que guíe la vida de todos ellos podrían ser las últimas palabras que el primer papa dirigió a Jesús: “Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo” (Jn 21, 17).

Estos cientos de miles de jóvenes no van a Lisboa sólo para encontrarse con un ancianito adorable. Les emociona saber que van a poder ver y escuchar a Pedro, a aquel sobre el que Cristo quiso fundar la Iglesia, y van a conectar con las raíces del cristianismo a través de él. El catecismo para jóvenes YouCat nos aclara que “la Iglesia es apostólica porque, fundada sobre los Apóstoles, mantiene su tradición y es guiada por sus sucesores”.

Jesús instituyó a los doce Apóstoles, llamando a los que quiso para que estuvieran con Él y para hacerlos partícipes de su misión (cf. Mc 3,13-14). De entre ellos, Pedro ocupa un lugar principal. Estos hombres fueron testigos oculares de su Resurrección. Les concedió el don del Espíritu Santo y los envió al mundo a predicar el Evangelio y bautizar a todas las gentes (cf. Mt 28,19). Gracias a su misión, que proviene del mismo Cristo, los propios Apóstoles transmitieron el poder recibido a través de la imposición de las manos a sus sucesores, los obispos. Así se ha hecho siempre, de manera ininterrumpida hasta hoy. Este proceso se denomina Sucesión Apostólica.

Pero, además, Jesús ha querido para su Iglesia un representante visible. Este es Pedro. Un pescador de Galilea que Cristo fichó para que fuera la roca, el cimiento, sobre el que descansa la Iglesia. A partir de él, se han sucedido 265 “Pedros” y así llegamos al papa actual.

El Papa Francisco une a los cristianos de todos los lugares y de todas las épocas. En él vemos a Pedro, escuchamos a sus sucesores. Y, para los afortunados que consigan abrazarle en la próxima JMJ, están abrazando al vicario de Jesucristo en la tierra.

Ramón Fernández Aparicio
@haganmaslio