Marcos Delía, baloncestista enamorado de Dios

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Enamorado de Dios y de la Iglesia, el jugador argentino de baloncesto Marcos Delía habla de su profesión y su fe con Javier Lozano de la revista Misión.

Fue subcampeón del mundo con Argentina en 2019, ha participado en dos Juegos Olímpicos, con sendos diplomas, y entre otros éxitos, en 2022 se proclamó campeón de América con su selección. En España ha jugado en equipos como el UCAM Murcia y el mítico Joventut, en Italia en clubes históricos como la Virtus de Bolonia o el Trieste, y actualmente en Lituania

Casado con Julia, una joven que se bautizó tras conocerle, y padre de un hijo de año y medio, para Delía la fe es una cuestión capital. La oración, el rosario diario mientras va a entrenar y la lectura espiritual son parte indispensable de su rutina.

Mayor de cinco hermanos, en su casa vivián la fe y sus padres fueron sus mayores catequistas. Siempre hemos ido a misa, recibido los sacramentos, y la fe nos ha marcado el camino.

Marcos y Julia decidieron no convivir hasta casarse por coherencia. La oración es una parte fundamental de mi vida. Rezo cada día el Santo Rosario. Ahora como el trabajo me queda lejos lo rezo en el coche de camino al entrenamiento, y si no en casa. También hago una oración por la mañana cuando me despierto y por la noche tengo un diálogo con Dios en el que le doy gracias, le pido por mis difuntos y por mis seres queridos. Y además de ir a misa y de recibir los sacramentos tanto como puedo, me gusta mucho leer y formarme. Es algo que aprendí de mi padre: el amor a la lectura para buscar la verdad.

La Eucaristía, para él, «es participar en el sacrificio de Nuestro Señor y así agradecerle la redención que nos regala cada día. Es también un rito hermoso. Somos afortunados y tenemos que darle gracias a Dios por poder acudir a la Eucaristía todos los días».

«El diablo quiere destruir a la Iglesia y a la familia e imponer su reinado en este mundo. Y quiere convencernos de que la Iglesia ya no tiene nada que aportar al mundo. Para mí es al contrario: ¡cuanto peor está el mundo, más razón tiene la existencia de la Iglesia!»

Fuente: Misión