El 3 de junio, el Arzobispo José H. Gómez ordenó a ocho nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Los Ángeles, entre ellos César Galán, fraile de los Pobres Enfermos, parapléjico tras una reyerta en su juventud.
Galán nació el sexto de ocho hijos, educados en la fe, iban a Misa la familia y aprendió a rezar el Rosario en casa.
El 3 de abril de 2001, después de salir del trabajo, fue a pasar el rato con un amigo y algunos otros. Entre ellos estaba “uno de los muchachos del barrio” que acababa de salir de la cárcel, y el hermano de Galán, Héctor. Pero hubo una discusión en la que terminaron heridos por unos disparos César y su hermano. Como resultado César resultó parapléjico y su hermano fallecería en el hospital.
El capellán dispuso que lo llevaran a la habitación de Héctor mientras aún estaba conectado a las máquinas. Los dos hermanos quedaron frente a frente. “No lo dije en voz alta, pero le dije, ya sabes, este no es el final. Le dije: ‘Un día cerraré los ojos y cuando los abra, sé que estarás allí, serás el primero en saludarme’.”
Tras el fallecimiento de su hermano, Galán inició un proceso de lo que llamó “rendición”. Instrumental en ese viaje fue ese capellán, el hermano Richard Hirbe, un fraile de los pobres enfermos. “Él era Jesús para mí en ese momento”.
“Enamorado de la Fe”, ingresó en la orden de los Pobres Enfermos. Después comenzó a sentir que Dios lo estaba llamando a algo más. Dos años después entró en el seminario.
Fuente: Ángelus
