Ser Cristo Día a Día

Lc 10, 1-9

Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía:

—La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino. En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros. Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa. Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros».


Jesús, pones una condición a quien realmente quiere tomarse en serio el Evangelio:

«Id: he aquí que yo os envío como corderos en medio de lobos; no llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino».

Si quiero vivir según lo que me enseñas en el Evangelio vivo con la debilidad de un cordero frente a la fuerza de lobo que es el mundo que tengo a mi alrededor. De primeras, no me hace mucha gracia porque da miedo porque los corderos siempre acaban mal cuando tienen que vérselas con lobos hambrientos. ¿Así quieres que viva?

Quizá es precisamente en este detalle en el Tú me pides un acto de fe. Me pides que viva con la confianza y la seguridad en Ti, Jesús. No soy fuerte por mí mismo, pero soy fuerte si confío en Ti. Incluso un cordero, si confía en Ti, puede pasar indemne ante una manada de lobos.

Para poder vivir con esa confianza, Jesús, veo que necesito ser muy humilde. Es lo que creo que quieres enseñarme. Los humildes son los que confían totalmente en Ti. No confían en sí mismos, en su propio monedero, es decir, en sus propias habilidades, en su “yo ya sé” uno puede guardar en sus alforjas, en sus propias sandalias última generación, ni siquiera en la simpatía de quienes puedan encontrarse por el camino. Los que son verdaderamente humildes sólo confían en Ti y en lo que Tú obras en sus vidas.

Esta obra misteriosa en mi vida es el poder del Espíritu Santo. Me doy cuenta de que el Espíritu actúa en mí porque sin ninguna explicación humana encuentro la fuerza para dar el siguiente paso. Sin vida espiritual (es decir, esta poderosa acción del Espíritu en nosotros) no me queda más que los lobos…

Que me fíe de Ti, Jesús. Que deje obrar en mi vida al Espíritu Santo. Que sea humilde.

Te pido la humildad para cuando me corrigen porque hago algo mal, cuando me aconsejan sobre una situación y te vea detrás de esos consejos. Eso es fiarme de Ti. De este modo, viviré muy “suelto” con un gran libertad interior, sabiendo que he puesto toda mi confianza en Ti. Eres Tú quien nos dices: “Yo os envío”.

Madre mía, Inmaculada, la más humilde, enséñame a fiarme siempre De Dios. Cada día, como Tú.

¿Te haces preguntas?
Aquí encontrarás repuestas:

SER CRISTO DÍA DÍA

Aprende a rezar y a vivir con el Evangelio