Entrevista a Mons. Georg Gänswein

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El arzobispo Georg Gänswein, Prefecto de la Casa Pontificia y secretario particular primero del cardenal Joseph Ratzinger y después de Benedicto XVI, una de las personas que mejor lo conoce, ha relatado en Radio Vaticano cómo han sido sus últimos momentos.

«No oí sus últimas palabras con mis propios oídos, pero la noche antes de su muerte las oyó uno de los enfermeros que estaba de guardia. Hacia las tres: ‘Señor, te amo’. El enfermero me lo dijo por la mañana nada más llegar a la habitación, fueron las últimas palabras que realmente comprensibles. Normalmente, rezábamos las alabanzas delante de su cama: también aquella mañana le dije al Santo Padre: ‘Hagamos como ayer: yo rezo en voz alta y ud se une espiritualmente’. De hecho, ya no le era posible rezar en voz alta, estaba realmente cansado. Allí sólo abrió un poco los ojos -había entendido la pregunta- y asintió con la cabeza. Así que empecé.

Hacia las 8 empezó a respirar cada vez con más dificultad. Había allí dos médicos -el Dr. Polisca y un reanimador- y me dijeron: ‘Tememos que ha llegado el momento que tenga que soportar su última lucha en la tierra. Llamé a las Memores y también a la hermana Brígida, les dije que vinieran porque estaba agonizando. En ese momento estaba lúcido.[…] Entonces miré a uno de los médicos y le pregunté: «Pero, ¿está agonizando?». Me dijo: ‘Sí, ha empezado, pero no sabemos cuánto durará», ha dicho Gänswein

«Estábamos allí, cada uno ha rezado en silencio, y a las 9.34 horas exhaló su último suspiro.»

Considera que «su mensaje más fuerte es el lema de su obispado; ‘cooperadores de la verdad’. lo que significa que la verdad no es algo pensado, sino que es una persona: es el Hijo de Dios. Dios se encarnó en Jesucristo: no sigas una teoría sobre la verdad, sino sigue al Señor. ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’. Este es su mensaje. Un mensaje que no es una carga: más bien es una ayuda para llevar todas las cargas de cada día, y esto da alegría. Los problemas están ahí, pero cuanto más fuerte es la fe, más fuerte debe ser la fe para tener la última palabra.»

La mayor enseñanza que le ha transmitido es  «Era un hombre profundamente convencido de que en el amor del Señor uno nunca se equivoca, aunque humanamente cometa muchos errores. que la fe aprendida, enseñada y proclamada se convirtió en la fe vivida. Y esto para mí -incluso en este momento en que estoy sufriendo, no solo- es un gran alivio espiritual.»

Fuente: Vatican News