Este miércoles 29 de junio, Francisco ha publicado Desiderio Desideravi, una carta apostólica dedicada a «la formación litúrgica del pueblo de Dios» en el que ofrece una serie de reflexiones sobre la Liturgia y que Religión en Libertad ha recogido.
la Liturgia, con la Eucaristía y los Sacramentos, garantizan «la posibilidad de encontrarnos con el Señor y de ser alcanzados por el poder de Su Pascua. No nos sirve un vago recuerdo de la última Cena, necesitamos estar presentes, comer su Cuerpo y beber su Sangre: le necesitamos a Él», añade.
La liturgia es un «antídoto» frente a la «mundanidad espiritual», que se plasma en la reducción «de la fe cristiana al subjetivismo» o bien en la anulación del valor de la gracia «para confiar solo en las propias fuerzas» -el «neopelagianismo». Para que esto sea así es necesario «el redescubrimiento de la belleza de la Liturgia«. Pero, «no bastan los esfuerzos para una mejor calidad de la celebración, ni una llamada a la interioridad», sino que el «asombro ante el misterio pascual» es también una «parte esencial de la acción litúrgica».
Es necesario «que todo creyente crezca en el conocimiento del sentido teológico de la liturgia«.
Recomendó que en los seminarios cada disciplina de la teología muestre, desde su propia perspectiva, «su íntima conexión con la Liturgia.
Francisco incide en que «el arte de celebrar no se puede improvisar». No se trata de tener que seguir un protocolo litúrgico: se trata más bien de una `disciplina´ que, si se observa con autenticidad, nos forma.
Entre los «gestos» que puede realizar cada uno de los fieles, Francisco se refiere especialmente al silencio como uno «de absoluta importancia», pues «toda la celebración eucarística está inmersa en el silencio que precede a su inicio y marca cada momento de su desarrollo ritual», como es «el acto penitencial; después de la invitación a la oración; en la Liturgia de la Palabra, la plegaria eucarística o después de la comunión».
Este silencio, explica, «es el símbolo de la presencia y la acción del Espíritu Santo que anima toda la acción celebrativa». Mueve al arrepentimiento y al deseo de conversión.
Fuente: Religión en Libertad