«No hay mirada en el mundo que traspase las entrañas como la de Cristo. Que es Él quien nos elige es un hecho innegable en mi vida. Siempre sorprendente escoge el momento y lugares que, a veces, como en mi caso concreto, podrían considerarse inoportunos».
Así comienza el testimonio de una misionera idente que publica la Archidiócesis de Sevilla. Es un testimonio precioso, escrito al cumplirse 50 años siguiendo a Cristo.
Todo comienza con esas casualidades con las que Dios nos va ofreciendo el camino diseñado para cada uno. Estando, con 17 años, cumpliendo un servicio social en la Biblioteca Nacional, vio a una joven, Gloria, leyendo la Biblia y le explicó que a ella le ayudaba mucho y en un momento dado le preguntó: «¿Tú quieres ser santa?». «Un sí que me brotaba de dentro en medio de una indescriptible alegría». Podemos ver cómo Dios se vale de los demás y que podemos ser tú o yo.
Gloria le presentó a Esperanza y «no tuve duda alguna. Quería ser como ella. Aún tenía que enamorarme de Cristo, lo cual no tardó en suceder. Pero en ese primer instante supremo, único e inolvidable, supe lo que deseaba fuese mi vida».
Ella le fue contando a sus padres lo que estaba viviendo y ellos, personas de mucha fe, nunca fueron un obtáculo para su vocación. Al contrario, explica que su padre «se alegró y brindó con gozo cuando anuncié en casa que mi consagración sería plena. «Has escogido el mejor esposo del mundo. Sele siempre fiel porque Él lo será»».
«Todo lo que ha acontecido, mirando retrospectivamente a estos cincuenta años, ha sido fruto del milagro cotidiano, de la oración y el cariño de tantas personas que han ido marcando mi quehacer».
El testimonio es más largo y detallado. Te recomiendo que lo leas completo, porque es precioso, en Archidiócesis de Sevilla