Lo importante es tener claro lo importante. Entrevista a José Miguel Mohedano

Entrevistas, Experiencias

Te defines como católico, casado y padre de cuatro maravillosos hijos. Además eres profesor de Universidad, ¿Que es lo primero en la vida de José Miguel? y ¿Como vives hoy tu la Fe?

Lo primero en mi vida, aunque a veces no lo consigo ya que en muchas ocasiones lo urgente “se come” a lo importante, intento que sea mi relación con Dios y con los demás, especialmente con mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos, sobrinos, amigos, compañeros de trabajo y alumnos. “Lo importante” es tener claro “lo importante”, y “recalcular” como un GPS cuando te das cuenta que ese día o esa semana no has dedicado tu vida a lo esencial, que desgraciadamente en común que me ocurra.

Mi fe la vivo como un “ámbito transversal” en todas mi facetas vitales, que dé sentido a todo, especialmente como una actitud de agradecimiento constante, dando gracias a Dios por mis hijos, mi mujer, mi vocación profesional… tener esa mirada de gratitud permanente me ayuda a ser consciente de la presencia de Dios en mi vida. En lo concreto, orando en familia por la mañana y por la noche, bendiciendo los alimentos, asistiendo a mis encuentros con Cristo con mi equipo de Regnum Christi, viviendo los sacramentos en el día a día, poniéndome al servicio de los demás como clave existencial….

Todos tenemos nuestra historia de encuentros y desencuentros con Jesús, ¿Cuál es la tuya?

Pues recuerdo un episodio con 19 años en la universidad, cuando te crees que puedes con todo y que nunca te vas a equivocar. En un día en concreto en el que todo salió espectacular (montamos un evento enorme con miles de jóvenes en la universidad, me hicieron una entrevista en una revista de tirada nacional que se vendía en los quioscos, también estuve entrevistando y acompañando al que por entonces era el presidente de la conferencia de rectores europeos… yo, un chavalín de 19 años….) y al terminar el día, me invitaron a las misiones universitarias en la parroquia del Buen Suceso. En plena celebración eucarística pensé “Esto no lo necesito, la religión es de débiles, yo hago el bien porque la plenitud del ser humano es ayudar a los demás y buscar el bien, y no me hace falta que venga nadie a premiarme con el cielo o castigarme con el infierno”. Ese día y otros más en mi vida pequé mucho de soberbia pensando que yo podía hacer algo sin Dios.

También recuerdo unos años después,  montando un evento de voluntariado donde pasaron de nuevo miles de universitarios para encontrar su ONG, fundación… en definitiva, su lugar donde aportar su granito de arena para cambiar el mundo. Volviendo ya muy tarde a mi casa después de terminar todo (era un evento de varios días) y  muy orgulloso por el bien que habíamos hecho, se cruzó en mi camino una persona del sur de África diciendo que le acababan de robar y que no tenía nada, y que sí podía quedarse en mi casa. Lo primero que pensé fue en la cara de mi padre si me presentaba a las dos de la mañana con ese señor, y vi que no sabia ayudarle en ese momento. Le mandé a un centro de ayuda de una monjitas que estaban cerca y rápidamente me vino a la cabeza el evangelio “porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed…” En ese momento, todo mi orgullo por creer que hacía algo “se templó” bastante al ver que ni siquiera podía ayudar a esta persona que me lo pedía tan directamente.

Como veis, el Señor con mucho amor, te va “conformando” y haciéndote ver que en tu vida (por lo menos en la mía) que todas las cosas que puedas hacer no son nada sin Él, aunque tú te creas “la caña”. Como Él dijo, “Sin mí no podéis hacer nada”.

Hay muchos chicos y chicas que están en la Universidad que dicen que hoy vivir la Fe entre sus compañeros es muy complicado, ¿tú que les dirías?

Primero, que uno no puede dar lo que no tiene, así que es importante ser muy consciente de todo lo que nos queda por recorrer en la vida. Por ello es esencial buscar maestros en la universidad que les puedan acompañar (profesores, sacerdotes, amigos, directores espirituales, compañeros…) para vivir en comunidad su fe. No somos “Llaneros solitarios” o “francotiradores” y si vivimos así nuestra fe, nos perdemos. Busca tu lugar donde puedas seguir creciendo y alimentándote de Dios, sobre todo en esta etapa universitaria.

Segundo, que vivan con alegría y pasión estos años.Este testimonio de alegría, compromiso con sus estudios, con sus compañeros, participando auténticamente de la vida universitaria… deja huella en los demás y genera más preguntas e inquietud en las personas que realmente buscan ser feliz y que se toman en serio sus años universitarios para ir más allá y formarse integralmente. Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. Y ese testimonio diario, con todo lo bueno que puedas dar que permite que vean a Jesús a través de tu vida. Pero también, con toda tu debilidad, siendo consciente que no eres mejor que nadie por haber conocido a Dios, sino que es la oportunidad de “hacerLe” visible, también a través de tu limitada humanidad.

Además de todo lo que haces, cantas. Hay una canción tuya que se llama «Ojos de corazón», ¿Crees que hoy nos falta mirar con los ojos del corazón?

Los “ojos del corazón” nos permiten ver cosas que muchas veces se nos escapan. Me encanta la frase “¿Quién dijo que el amor es ciego? Es el que mejor ve, pues es capar de ver cosas donde otros no ven nada” con los ojos del corazón, la vida desvela tantas cosas maravillosos que no se ven a primera vista. También, como decía el Principito “Lo esencial es invisible a los ojos” Con esa mirada, con esa actitud ante la vida, con esa forma de verte a ti mismo, a los demás y al mundo, todo se hace nuevo.

Muchísimas gracias José Miguel y esperamos verte pronto.