José Alejandro es un sacerdote guatemalteco que, con 39 años, está estudiando la licenciatura de Derecho Canónigo en la Universidad de Navarra.
Procede de una familia católica y desde muy joven tenía gran devoción a la Virgen del Rosario. Él cuenta que descubrió su vocación al sacerdocio cuando un amigo le dijo: ‘¿Nunca te has planteado la vocación sacerdotal? La pregunta resonó en mi mente, una y otra vez. Así que, después de ser acompañado en la dirección espiritual, por un sacerdote, pensé: ‘Esto es lo mío’. Me ilusioné muchísimo, con temor y temblor dije en mi oración ‘Aquí estoy Señor, quiero servirte’”.
Un par de años después entró en el seminario causando sorpresa y alegría en toda su familia y amigos.
Asegura que es necesario que los sacerdotes sean verdaderos promotores vocacionales. También recuerda la importancia de que los esposos oren por la vocación de sus hijos. Y concluye recordando la frase de san Juan Bosco: “El mejor regalo que Dios puede hacer a una familia es un hijo sacerdote”.
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