El Grupo de Scout Católico Campo de La Torre nos ha enviado esta reflexión que todos deberíamos hacer:
Durante estos días, para todos aquellos que, humildemente, nos consideramos cristianos es inevitable preguntarnos cómo es posible que el sentimiento de nuestra fe se viva tan efímera y superficialmente.
La Pasión de Nuestro Señor se sitúa como fundamento de nuestras creencias y, consecuentemente, nuestro modo de vida. Nuestra Semana Santa, lejos de considerarse como un mero desfile o espectáculo debe radicar en la oración, reflexión y, por supuesto, acercamiento con Dios.
De nuevo, como cristianos, nos resulta difícil creer que las calles de nuestras ciudades se inundan mientras que las iglesias, nuestro lugar de oración y encuentro con Dios, empiezan a sentir esa amarga soledad que, con el tiempo, se convierte en vacío.
¡Nuestra fe no puede durar sólo siete fugaces días!
La Palabra de Dios debe vivir y crecer en cada uno de nosotros trescientos sesenta y cinco días al año, veinticuatro horas al día. Y, por supuesto con especial esfuerzo y devoción en esta Semana Santa. Sin descanso alguno, debemos hacer todo lo posible por escuchar, meditar, amar y actuar conforme dicta el Evangelio. Porque así lo quiere Dios.
«El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha esta palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande». Mt 7:24-27