¿Se persigue a la Iglesia Católica?

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En el diario el Mundo podemos leer una artículo escrito por Felipe Fernández-Armesto, historiador y titular de la cátedra William P. Reynolds de Artes y Letras de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU).

En él hace una reflexión sobre el caso de Monseñor Pell y lo que, a su juicio está ocurriendo con la Iglesia, nada más y nada menos que una «caza de brujas»

¿Cómo explicar que una historia tan poco convincente haya llegado a los tribunales y acabado en una condena? Pell ha sido un defensor a ultranza de las doctrinas menos populares de la Iglesia, especialmente de las de la inadmisibilidad del aborto, de los contraceptivos, del divorcio, de la permisividad sexual y de las prácticas homosexuales. Las campañas de secularistas y ateos contra él han sido constantes e implacables. En otras ocasiones le han acusado de toda clase de abusos -sexuales, financieros, de encubrimiento de los excesos de colegas- pero sin aportar pruebas ni lograr crédito. Por fin, la persecución ha tocado su fin, no sólo sometiendo al acusado a los agravios del encarcelamiento sino también exponiéndole al odio del populacho que celebraba su condena con jolgorio repugnante, gritando que muera y que «se pudra en el infierno».

Por lo visto, es poco probable que un sacerdote católico reciba un juicio imparcial hoy en día. Al inocente le exigen que pague los pecados de los culpables. La presunción de inocencia se convierte en culpabilidad incuestionable. Si el cardenal O’Brien es pederasta, lo será el cardenal Pell. En el caso Pell, la falta de trato igualitario es obvio: los anticlericales preferían acreditar al denunciante, por ser denunciante, que al sacerdote, por ser sacerdote.

Los medios suelen recurrir al sensacionalismo, dice este autor. Por tanto, concluye con razón: sigamos escuchando atentamente a las denuncias, pero siempre sin sacrificar nuestras capacidades críticas. Sigamos reformando instituciones corruptas, pero de una forma proporcionada, sin exagerar ni actuar como cazadores de brujas.

Te animo a que leas el artículo completo de El Mundo, para que puedas reflexionar y sacar tus propias conclusiones.