Santi Rodríguez responde a Arcadi Espada

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A continuación, reproducimos sus palabras publicadas en la página web de Síndrome Down:

Muy buenos días a todos:

Que toda persona tiene el derecho a equivocarse como humanos que somos es algo que, imagino, nadie discute. Si a eso se acompaña posteriormente una disculpa y una solicitud humilde de perdón creo que la cosa suele acabar bien. El problema es cuando alguien, armado de su soberbia verbal, ataca indiscriminadamente a un colectivo de manera reiterada y, de la mano de esa soberbia, evita, en cualquier caso, pedir disculpas por sus manifestaciones.

Que dicho esto aclaro que estoy hablando de un individuo que tiene por nombre Arcadi Espada. Un personaje que, en más de una ocasión, ha expresado su desprecio, su rechazo, con su prepotencia y su soberbia desmedida, hacia distintos colectivos de personas con discapacidad. En su día pidió castigar a mujeres que den a luz a “…hijos tontos, enfermos y peores…”

Que, por lo visto cada cierto tiempo, necesita mitigar su desesperación vital. Hace pocos días volvió a la carga en el artículo de opinión que escribe en un diario nacional hablando de las personas de síndrome de Down como “enfermos” y “víctimas”. Además de los términos empleados lo más vergonzoso era el tono, una vez más, hiriente que esta persona vomita continuamente hacia determinadas personas. Lo hizo en parte de un artículo que tenía que ver con la política que es un tema en el que no entro porque lo que cada uno opine al respecto es algo que no me interesa en absoluto.

Que, a raíz de la publicación el 8 de noviembre del citado artículo, me empezaron a llegar distintos comentarios de gente que sabe mi implicación con este tipo de temas ya que tengo la inmensa suerte de ser embajador de la Asociación Síndrome de Down de Jaén y provincia. Si no he contestado antes a lo que hizo ha sido únicamente para evitar hacerlo en caliente y darle como respuesta una interminable lista de adjetivos que creo le irían perfectamente. Eso sería, aparte de darle una descripción minuciosa de su poca valía personal, ponerme a su altura y creo que no es lo que toca.

Que esta persona (me cuesta trabajo no caer en el insulto fácil después de sus reiterados comentarios hacia determinados colectivos de personas) demuestra un completo desconocimiento de qué engloba al colectivo de personas con síndrome de Down y qué supone la vida para ellos y las personas que tenemos el privilegio de disfrutar de su preciosa forma de caminar por la vida. Es la única explicación que le encuentro a sus continuos y desafortunados improperios expresados habitualmente cada vez que se le antoja desahogarse. Si tuviera la suerte de conocerlos estoy convencido que ni se atrevería, ni sería capaz, (salvo que sea más ruin de lo que suele demostrar) de volver a equivocarse con sus desafortunados comentarios.

Que me toca comentarle a este individuo que aquí el único enfermo es él. Que padece una enfermedad crónica e incurable de amargura vital. Que le compadezco por el trauma infantil que debe haber sufrido y que, debe haber sido de tal magnitud, que le ha generado un resentimiento que produce en él esta manera miserable de expresarse y de comportarse en público.

Que sigo pensando que hay que defender la libertad de expresión a pesar de que haya despojos de personas que, en ocasiones, hagan uso de ella para sembrar un mal gratuito e inconcebible por el simple gusto del desahogo vital propio. Dicho esto, en último caso, si cualquier persona tiene el derecho a hacer uso de la libertad de expresión, como es el caso de Arcadi Espada, para escupir basura dirigida a los demás, el mismo derecho tengo yo a responderle. Por eso le transmito la penosa opinión que provoca en mí y en tanta gente como se ve afectada cada vez que apunta hacia donde no debe y lanza toda clase de despreciables opiniones.

Que debería plantearse, por el bien de sus semejantes, convertirse en anacoreta y retirarse a algún lugar aislado, sin cobertura telefónica (para evitar contacto con la sociedad y eliminar su tentación a seguir molestando). Estoy convencido que, si él se compromete a no volver a tener contacto con el mundo civilizado, habría muchísima gente que, gustosamente, abonaría una cantidad razonable para darle el sustento alimenticio necesario y, de esta forma, no tener que volver a saber nada más de él.

Que aquí, si hablamos de víctimas, es evidente que las personas con síndrome de Down ni son víctimas, ni son enfermos tampoco. Aquí las únicas víctimas son todas aquellas personas que, por descuido o imprudencia llegan a tener conocimiento, a través de la lectura o cualquier otro medio, de alguno de sus miserables y ruines opiniones vertidas en los medios de comunicación a donde la Espada de Arcadi tiene permiso para dar cortes a su antojo.

Que seguramente habrá habido muchísima gente que le haya respondido deseándole algún mal. No es mi caso. Yo sólo le deseo que se recupere de su dolencia espiritual, de su carencia de afectividad con los demás y de su falta preocupante de humanidad necesaria para convivir en sociedad. El deseo de esta recuperación va motivado, más que por su propio beneficio, por el de todos nosotros que somos los que sufrimos la existencia de alguien con su escasa categoría.

Puedo asegurar que no le guardo ningún rencor porque no dispongo de tiempo para pensar en personas con tan poca humanidad.

Que para terminar con los “ques” de lo que escribo hoy…

…que espero que le vaya bien pero hágaselo ver porque nadie tiene culpa de lo suyo y mis cracks de síndrome de Down menos que nadie.

Feliz día a todos