El cortejo en los tiempos de tinder

Catequesis, Noviazgo

La primera vez que escuche hablar sobre el cortejo, me boté de la risa. No fue hace mucho, tenía 25 años, y recuerdo haberme preguntado: ¿cómo es que todavía había personas hablando sobre el cortejo? ¿Acaso vivían en los años 50´s? La simple idea me recordaba a una película vieja, esas en blanco y negro que solían aburrirme cuando mi abuela las veía.

Poco tiempo pasó antes de comprender cuan equivocada estaba.

El cortejar es un proceso actual y sumamente conveniente; es una etapa importante que debemos experimentar antes de lanzarnos en la búsqueda de la Voluntad de Dios respecto al matrimonio. Entendámoslo así, antes de irte a un viaje, necesitas determinar a dónde vas, qué visitarás, con quién viajarás. Ahora, imagínate que ese viaje sea tu vida y busques compartirla con alguien,… el cortejo es el tiempo en el que juntos determinarán si sus planes de viaje son compatibles y tienen una misma intención.

El cortejo es la pauta para iniciar una relación con propósito.

Pero, cuidado, salir a cenar o a tomar un café no es lo mismo que una propuesta de matrimonio. Muchas parejas toman la decisión de establecer un compromiso en base a emociones y pasiones transitorias, en vez de hacerlo con sabiduría.

La meta del cortejo no es llegar al compromiso.

La meta, para nuestra vida debe ser Glorificar a Dios con cada una de nuestras acciones. Por tanto, una relación de cortejo, en esta línea, debe ser guiada por decisiones sabías y debe centrarse en dos prioridades:

La primera es tratarse el uno al otro con santidad y sinceridad, y la segunda, decidir juntos y sabiamente sobre el matrimonio.

Durante el cortejo, lo importante es cultivar y proteger. Hay que cultivar una relación que los ayude a conocerse profundamente, en sus virtudes y sus defectos, pero protegiendo ambos corazones, porque no sabremos cual es el resultado de dicha relación. Por más que las intenciones sean buenas, el futuro es incierto, así que necesitan conocerse y tratarse con integridad, para que puedan mirar hacia esa etapa sin ningún resentimiento, independientemente del resultado.

El éxito del cortejo es mantener el equilibrio entre ambas prioridades. Claro, su propósito es considerar el matrimonio, pero a la vez, deben luchar contra el impulso de suponer que se van a casar. Si se protegen demasiado, difícilmente llegaran a conocerse; si proceden a una intimidad (de cualquier tipo) demasiado rápido, se exponen a un daño emocional o a la toma de decisiones necias en el futuro. Son más que amigos, pero menos que esposos, sus cuerpos y corazones no les pertenecen por completo, así que la amistad, el compañerismo y el romance deben ser piezas fundamentales y bien proporcionadas en el proceso.

Olvídate de las flores, las golosinas y las cenas románticas…

En esta etapa lo importantes es la comunicación, es decir, explicar con claridad los objetivos y fundamentos de la relación. El cortejo cristiano es complementario, y cultiva la unión entre hombre y mujer, arraigado en el amor de Dios que es puro y libre.

El cortejo cristano entiende que el principal objetivo es el crecimiento espiritual y la búsqueda de la santidad, juntos. Se enfoca en ser la persona correcta para complementar las necesidades del futuro cónyuge. Sólo así, de formarse una valiosa relación, se consideraría iniciar una etapa de noviazgo como herramienta de santificación mutua.

El proceso de noviazgo, al igual que el matrimonio, no se trata de nosotros, sino de glorificar el nombre de Dios sirviéndole a nuestro prometido. No es un cuento de hadas, ¡es mucho mejor! Es la historia de cómo dos personas, comunes, se preparan para pasar una vida juntos, en unión matrimonial, donde a imagen de Cristo, serán santificados.

Porque sí, hermano, hermana… ¡el amor es algo asombroso!, así lo hizo Dios.

Así que, si estas en búsqueda de una relación, primero pregúntate: ¿estoy preparado(a) para encontrar a la persona con la que probablemente compartiré mi vida? Si no es así, primero enfócate en forjar una cercana relación con quien siempre te ha acompañado: Dios. Cuando somos guiados por una plena confianza en Él es más sencillo discernir sobre el matrimonio con sabiduría.

No pierdas el tiempo, si en Oración has discernido que tu vocación es el matrimonio, prepárate y ora aún más. Yo conocí este proceso a los 25 años, pero me hubiera encantado saber y estudiar más de él siendo más joven. Si tienes la oportunidad, aprovéchala y recuerda involucrar a Dios y a nuestra Santísima Madre la Virgen María en cada una de tus decisiones. Nadie mejor que ellos sabrán qué es lo mejor para ti.

Por último, recomiendo el libro “Él y Ella” de Joshua Harris, del que he obtenido algunos extractos para este artículo. Es muy bueno en este tema.

Oro por ti y la voluntad de Dios en tu vida,

– Myriam Ponce Flores